Bueno, quizás, ni tan nueva ya, pero sin lugar a dudas sí
que es el primer día de una nueva etapa. De un nuevo comienzo, de nuevos
proyectos, sueños, metas y también de nuevos miedecillos, inseguridades y
pensamientos de esos profundos que a veces me rondan.
Como ya sabéis de todas las posibilidades que han ido
surgiendo y poniéndose sobre la mesa respecto a nuestro futuro, y aun habiendo
interiorizado que era una opción complicada, resulta que finalmente es aquí, en
SINGAPUR, donde vamos hacer nuestra parada en el camino, y que aquí, vamos a
empezar un nuevo hogar. Ya Singapur no será ese lugar de paso donde tantas
experiencias viví y tantas aprendí sin fecha de caducidad. Singapur será el
país que nos adopta… hasta nuevo aviso.
Ya instalados, sintiéndome por fin relajada, que llevaba
unas semanas que cualquiera diría que iba a volver a opositar, con los nervios
a flor de piel y el estrés de “hay que hacer, hay que hacer” aun
persiguiéndome, os escribo, descalza, con un moño desecho, la ropa de “iba a hacer
deporte pero me he arrepentido”, una infusión humeante a mi lado y atrincherada
en el sofá del salón de nuestro recién
estrenado hogar.
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Nuestro pisito esta aún sin apenas amueblar, sin todos esos detalles que
hacen que, al menos en mi caso, un lugar me resulte acogedor, pero aun así ya
me parece la mar de muy bonito. Me imagino, independientemente de que luego se torne, o
no, una realidad, donde me gustaría poner tal o cual cosita, me embeleso
pensando lo bien que quedaría aquí un cuadrito, un sofá, un jarrón, unas velas…
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Cuanto daño ha hecho Dvinity y estos gemelos con su decoración y amor por los espacios abiertos... |
Me
gusta recrearme en la idea de que con el paso del tiempo estas más de cuatro paredes
guardaran junto con nosotros la evolución de nuestra vida aquí, que estará
llena de detalles que hemos ido sumando a nuestro paso. Recuerdos, ilusiones, algún
que otro mosqueo por no estar de acuerdo en cuan bonita son estas sabanas que
al final elegí, o tener que ceder, con un mohín, en lo de no llenar cada rincón de la
casa con velas como si se tratara de un santuario (algún día tendré que hacerme mirar, entre otras
cosas, esta obsesión mía por las velas, las tazas y los cojines).
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Por el amor de "Dior" pero que tiernita estoy!! |
Aun con todos estos sentimientos lindos que me despierta
este nuevo hogar, aprender a dividir el corazón entre dos hogares tan lejanos y
diferentes sigue siendo una tarea difícil para mí. Los días en casa, la de
España, la de mis padres, la de siempre… han pasado veloces y han dejado a su
paso un remolino de momentos tan familiares, conocidos y felices que no quería
que tuvieran que parar.
Es una sensación extraña esa de volver y luego marchar. Al
principio cuando llegas, ansiosa, llena de nervios, dispuesta a dar y recibir
besos como si se tuviesen que gastar, te das cuenta que parece que todo siga
igual y te invade una sensación rara que te invita a creer que nunca te has
marchado, que justo ayer mismo estabas también allí. Todo lo que echabas de
menos, está de nuevo al alcance de tu mano y te cuesta hasta creer que apenas
unos momentos antes había medio mundo de distancia. Y entonces disfrutas de tu
vida allí como si tal cosa, de la comida de papá, de los mimos de mamá, de las
charlas en persona con la gente que te conoce bien y de verdad, de salir y
entrar y de no parar. No parar ni un segundo para que no tengas tiempo de
pensar que ya ha pasado un día más. Luego, cuando se acerca el día de volver a
meter en la maleta la valentía y las ganas para emprender de nuevo el viaje, me
enfado, me pongo triste y me arremolino en un montón de pensamientos kamikazes,
simple y llanamente porque sé, ya sí que soy consciente de lo mucho, muchísimo,
que los voy a echar de menos, y de cuanta falta me hacen en realidad tantas cosas
que allí dejo, y por eso me cuesta un gran esfuerzo tener que repetir de nuevo
otra despedida.
Y sé que mi vida va a ser así, va a tener muchos más
recibimientos felices y despedidas tristes, y no es que me queje, no me
arrepiento, la verdad es que soy feliz donde y con quien estoy. Ya os lo he
comentado en otras publicaciones, que de tan feliz que a veces me siento, da
miedo, pienso que algo malo va a pasar de un momento a otro y zas! Al carajo la
felicidad amiga!
Aun así, aun feliz,
convivo con una extraña sensación de fondo, un murmullo que se convierte en un
grito ensordecedor cuando vuelvo a la casa de España, a la de mis padres, a la
de siempre… Y como explicar esa
sensación? Creo que lo más parecido
sería decir que me siento….culpable. Yo nunca
me he enamorado de dos personas a la vez, y me parecía un cuento chino, una
milonga para justificarse, pero ahora creo
que puedo llegar a comprender, salvando las distancias, eso que dicen algun@s cuando afirman que
tienen el corazón dividido. Yo lo tengo. Querer, pero a la vez no querer hacer o
estar en otro sitio y con otras personas. Culpable por estar bien aun
perdiéndome tantas cosas y teniéndolos lejos, culpable cuando estoy con ellos
por no querer que llegue el día de la partida aunque eso signifique volver a
estar con el noprincipe viviendo nuestra vida y tenga muchas ganas de verlo.
Quizás, en algún momento, se instale el equilibrio y no me
sienta culpable… O quizás, con este paso del tiempo tan rápido llegue antes de
lo que imagino la ocasión de volver
disfrutar de todas las personas que quiero
juntas, en la misma franja horaria, sin tener que renunciar a nada.
Mientras tanto estos primeros días de nuestra nueva vida se irán
asentando poco y todas las novedades se volverán rutinas: El nuevo trabajo del
noprincipe, donde espero y deseo con muchas ganas que se sienta genial,
realizado, valorado, donde aprenda y consiga todo aquello por lo que tanto ha
currado, dedicarme estas primeras semanas casi en exclusiva a finalizar la corrección
y publicación del libro, para luego seguir con el siguiente, del que ya he
escrito en los poco ratitos que he tenido libres algunas cosillas y os
reconozco que me cuesta aparcarlo para no dejar sin acabar lo ya empezado, seguir
con mis clases hasta encontrar un trabajo a jornada completa, apuntarme a inglés,
organizar, sin caer en el estrés máximo, con mucha ilusión nuestro bonita boda,
y así muchas más cosas que completan la nueva lista de cosas que me gustaría
hacer actualizada, pero mientras tanto, durante todo ese proceso de ilusiones,
metas y proyectos… seguiré abrazando, con mucha fuerza, todas esas cosas que me
rodean y me regalan una gran sonrisa, ya
sea en directo, o a través de la pantalla del móvil.