lunes, 12 de diciembre de 2016

Eres la bruja de Blancanieves



Ya os he contado en alguna ocasión cuales son todas esas pequeñas cosillas que me encantan, que alegran mis días y me ponen el corazón contento. Pequeños placeres que me hacen ser como soy y disfrutar a tope como si de grandes cosas se tratara. Cositas que hacen mi mundo mejor por muy sencillas que sean. Las tazas, un chai te latte en Starbucks, ver series en modo droga, ir al cine, cantar Hakunamata mientras me ducho, las alitas de pollo, ir a perfumerías y tiendas de maquillaje y mirar con detenimiento todos los productos soñando con comprarlos… y así hasta una lista que casi no tiene fin. Esa es la lista de la Beatriz “que hornea pastelitos”, pero estos días de catarro, de estar en casa encerradita cual monje cartujo, de ser una cascarrabias por la falta de sueño, los mocos y la tos me han hecho ser consiente también de que hay una gran lista de millones de pequeñas cosas que no soporto. La lista de la Beatriz Madrasta de Blancanieves. Y esa aparece cuando…

No soporto el ruido de un teléfono sonando y que nadie conteste, con cada timbrazo una vocecilla en mi cabeza “matar, matar, matar”. Saca lo peor de mí, bajo una sonrisilla diabólica de contención, la gente que necesita dar golpecitos en tu hombro o en tu pierna mientras te habla, y  que además te habla sin parar y sin escuchar "¿por qué me toca oiga?"
 Los pelos enconados, conseguir que se asomen al mundo se convierte en la misión de mi vida, en mi mayor logro aunque con ello Jack el destripador admirase la carnicería que me he autoinfligido. Que el turrón de chocolate engorde… simplemente ¿por qué señor por qué? Que pongan zapatos súper rebajados de números sueltos y que todos sean para las hermanastras de la Cenicienta. La frase “no me queda nada del 37” es casi igual  de frustrante que “solo nos queda la talla S y XS” en rebajas. ¿Por qué he creído que ir de compras sería divertido? Errooor. Hay un mundo donde mujeres súper delgadas de pies grandes son inmensamente felices. La gente que de todo sabe y de nada entiende. Los “y yo más”, No, tú más nada, estoy hablando de mí hombre ya!
 La mayonesa y que en España se lo queramos poner a todo. Los pies. Que haya gente a mí alrededor cuando me estoy arreglando. Los “¿hola? Oyeee, estas viva?” y demás variedades de la gente que se ansia cuando no puedes contestar a un whatssap. Que me despierten si estoy plácidamente dormida. Que me digan lo que tengo que hacer sin escuchar lo que yo quiero hacer. Que a la ropa le salgan pelotillas. Que se me caiga el pelo y atasque la ducha. Gracias al no-príncipe que me libra de esa tarea que odio. Odio-odio, asco-asco. 
Salir de casa con la cama sin hacer. Que el eyeliner no me salga igual en ambos ojos. La envidia. Los tíos pesados que no aceptan no estés interesada y al final se vuelven bordes ante el rechazo. Pocas sensaciones más incomoda conozco que el que se te meta la braguita por el culete al andar y que el zapato se coma uno de tus calcetines a cada paso. Ponerme medias. Que se me caigan los polvos de maquillaje y se rompan. Que en los tutoriales de YouTube todo parezca fácil. Que le pongan nata a la tarta. Que se ponga a llover justo cuando tengo que salir… La gente que no tiene una teoría rocambolesca para el final de Lost y las que me miran raro cuando manifiesto mi entusiasmo y admiración con Cuarto milenio. 

Y de momento paro aquí que se me va de las manos el modo me enfado y no respiro.

Posdata: Añado a mi listas de Cosas que me hacen feliz la frase “Claro que sí guapi”, y el rap de Resines en la gala de los Goya


martes, 6 de diciembre de 2016

Para ti.

Se me pasa volando el tiempo, quizás porque soy feliz, pero siete meses han pasado ya desde el mejor viaje de mi vida y uno de los momentos más especiales que hasta ahora he vivido. Por si acaso entre tanto jaleo, hablar de menús, invitaciones, ideas y preguntas temerarias que siempre empiezan con un "no te gustaría"...? se me pasase decírtelo, que sepa usted que me encanta este momento de preparativos tan bonito que estamos viviendo,a pesar de los nervios y de los agobios que de vez en cuando me entran, me hace muy feliz como lo estamos llevando todo, tan en sintonía y sin perder de vista lo importante, pensando en el otro.
Te quiero un poquito más si cabe por dejarme soñar bonito con este día y darme alas para volar disfrutando tú por verme disfrutar, por consentirme y entender lo importante que son algunas cosas para mi para que el día sea mágico.
Hiciste que aquel día, hace 7 meses ya, fuera precioso, el broche final a un fin de semana que fue,simplemente, perfecto y donde me sentía tan inmensamente feliz que hasta me daba miedo. Gracias por pedírmelo como lo hiciste y por todos y cada uno de los momentos que estamos compartiendo planeando el gran día desde aquel Sí quiero.
No fuiste durante algún tiempo el novio perfecto, la verdad, pero resulta que sí que eres, desde el minuto uno, el perfecto prometido jeje. Que no se te suba mucho a la cabeza ;p.
Cariño, me haces tope, tope feliz. Ojalá me lo pudieras pedir mil veces para decirte siempre, siempre que SI!
Sí quiero, TODO, contigo!

domingo, 27 de noviembre de 2016

Oh blanca Navidad!



Me he aficionado a disfrutar de ciertos placeres sola. Ya no me resulta incómodo sentarme sola en una cafetería disfrutar de un té y parar todo durante ese ratito y dedicarme a escribir. 

Ya se acerca la Navidad y se nota, el consumismo se respira en cada esquina de la ciudad, las tiendas están repletas y los niños nerviosos y revoltosos cual gremmlis mojaditos. Observando el centro comercial hasta los topes parece que la Navidad fuese eso… compras y más compras.

A mí la Navidad me encanta. Los adornos, las luces, las figuritas de los belenes, los villancicos los de toda la vida y los cantados por Frank Sinatra y de las pelis americanas. Me encanta. Me encanta todo, pensar en regalitos que vayan hacer tope ilusión, que todo se contagie de ese "espíritu navideño" y que reunirse con la familia para comer y beber, darse besos y contar batallitas sea una tradición.

 Los buenos deseos, los propósitos de año nuevo, el balance de lo bueno y lo malo, los nervios con cada una de las doce uvas, el look de cada almuerzo, cena o copas con amigos y compañeros, no lo puedo evitar me ilusiona y me llena el cuerpecito de cosas bonitas que siempre asocio al sabor de las bolitas de coco. Son fechas especiales, tardes de clásicos de cine, de mantita, calcetines gorditos y sofá, porque sí, navidad y frio deben ir de la mano, me gusta que sea fría, lo de disfrutarla en tirantas no me termina de convencer por mucho que no haya soltado el resfriado desde que he llegado.

Pero a pesar de todo esto que me gusta no me pasa por alto que estas celebraciones en familia rodeados de amor y cariño que para mí son una fiesta que ansío con ilusión, para otros muchos se convierten en unas fechas terribles donde todo recuerda las ausencias de los que no están. Y sé que ese momento también llegará y esa certeza hace que cada año que pasa, las afronte de una forma menos idílica quizás, más agridulce, más madura, con más temores, por eso  quiero atesorar cada segundo en mi mente, disfrutar todo y de todos ante la incertidumbre de las cosas que han de cambiar.

lunes, 24 de octubre de 2016

En modo cuenta atrás.



Que no puedo ya con las ganas de estar con mi familia, que las horas pasan más lentas de lo normal y los días se alargan que parecen no tener fin…
Yo ya tengo la cabeza puesta en otra cosa y no me centro, estoy nerviosa, ansiosa, más que cuando estás apuntito de pillar las vacaciones de verano en las últimas jornadas de trabajo, que te puede la impaciencia y la necesidad apremiante de acelerar el tiempo.

Puede que solo las personas que viven alejados de su ciudad y su familia me entiendan de verdad, a  todos los que estos intensos sentimientos os son desconocidos solo os puedo decir que valoréis mucho todo lo que tenéis a vuestro alrededor y al alcance de la mano, que a veces pasa que por darlo por hecho dejamos de apreciar todos esos pequeños detalles que pueden significarlo todo. Todo lo que importa de verdad. Porque la vida, y cada día estoy más segura de ello,  está formada por esas pequeñas cosas que nos hacen sonreír. Que vivir grandes experiencias es maravilloso, of course , pero que lo que te calienta el alma y hace latir el corazón con fuerza está SIEMPRE al alcance de nuestra mano por mucho que se disfrace de cotidiano.  Así que tómalo, disfrútalo, valóralo. Siéntete afortunado por el aquí y el ahora.  Y aunque afortunada soy y valoro mucho todo lo que tengo, en mi cabeza ya ha empezado la cuenta atrás para llegar a Sevilla.


Quiero perder la cuenta de los abrazos y los besos, de las sonrisas emocionadas, de las carcajadas compartidas, de las confidencias que aligeran peso. Quiero perderme en mimos, en conversaciones intranscendentes con amigos, quiero brindar a tu salud y a la tuya y a  la tuya, quiero tumbarme en el sofá a ver una película mala un domingo a medio día compartiendo sofá en mi jaula de grillos. Quiero ir al Carrefur y que allí halla de todo, de T-O-D-O, lo que me hace sentir en casa, que me hace no sentirme a veces tan descolocada y perdida descifrando etiquetas y pasando el precio a euros, quiero ver la sonrisa mellada de mi sobrino y guardarme su expresión pilla para siempre, quiero ver los primeros pasos del bebé de mi casa y no tener que vivir ese momento por un video compartido de WhatsApp. Ser parte y formar parte. Quiero ponerme un abrigo, no depilarme las piernas durante semanas (aunque me horrorice) por el placer de saber que no tengo que lucir pierna, dormir tapada con mi súper edredón de La lonja del gato prieto o como se llame el dichoso gato.
 Quiero desayunar tostadas con el pan recién hecho del Polvillo y lonchas de pavo, quiero no hacer la colada, ni planchar y que el duende llamado papá y mamá que antes no valoraba tanto, me lo den todo hecho, con gusto y por delante, la comidita, la ropita, los mimitos y no desayunar sola. Quiero ir al cine y que exista la opción de unas palomitas GIGANTES, gigantes de verdad. Quiero usar tacón todos los días. Quiero despertarme porque hay ruido en la casa, de vida, de gente, de compañía, que no quiera que se peguen las sábanas, ver a mi madre en la cocina y a mi padre regando las plantas. Quiero poder robarle ropa a mi hermana y así no repetir modelitos y que parezca que tenga siempre ropa nueva. 

Quiero tomarme una copa de vino, encender un cigarro y decir venga contadme cotilleos. Quiero que mi día empiece en la misma franja horaria que las personas que quiero para no tener que esperar 6 horas para poder mandar el primer mensaje o recibir respuestas. Quiero rodearme de todas las pequeñas cosas que me han convertido en quien soy para no sentirme a veces descolocada o sola. 

Quiero haceros saber cuánto, cuánto os quiero aunque me vuelva a marchar lejos, hasta la próxima vez, para recargar pilas, para compensar las ausencias, para quereros sin prisas, para deciros todos los días, de todos los días que me vuelva a rodear de mi mundo, de mi vida de antes, que sois y siempre seréis esa parte de mi alma que no puedo, ni quiero, dejar nunca atrás. Que siempre estaréis aunque no estéis y que como si de un videojuego se tratara os necesito para recargar a tope la barra de la vida y volver a jugar la siguiente partida.

Me gusta mi vida, (y como diría “La vecina rubia” y ser rubia) pero a veces…es difícil.