viernes, 30 de septiembre de 2016

Y...ACCIÓN!!



Si la vida fuera una película me gustaría que la mía fuese como una de los años dorados de Hollywood,con los créditos al principio y no al final bajo una música de piano con un fundido en blanco en negro que nos descubriese, intrigados, la primera escena. Con galanes en traje de chaqueta y grandes divas que fuman en largas boquillas con un glamour que solo le pertenece al cine, capaces de hacer del gesto de quitarse un guante un símbolo de erotismo y sensualidad. Con alguna escena clave que requiera, sí o sí, de bajar con elegancia y lentitud por una majestuosa escalera. Con un Paul Newman escayolado y atormentado tras los ojos de gata de Elisabeth Taylor. Con Audreys Hepbuns en moto dejando atrás la inocencia de su juventud, con Humphrey Bogart en gabardina despidiendo melancólico un avión antes de beber un escocés junto a un cómplice Sam. Con Betty Davis en el papel de mala malísima y con Hitchcock haciendo un cameo entre escenas con pájaros y gritos en la ducha.... Si la vida fuese una película pondría el the end justo cuando ellos descubren que no pueden estar separados ni un minuto más, estaría lloviendo y el beso final los sorprendería, empapados, en medio de  alguna calle de Manhattan.

Pero la vida real no nos da la opción del "corten" para repetir la toma hasta que salga perfecta, la vida no nos da la oportunidad de repetir momentos si los dejamos pasar, no nos da la oportunidad de estar perfectas con el maquillaje y vestuario adecuado para cada ocasión, porque en la vida real no deberíamos aspirar a ser siempre perfectas. En la vida real tampoco contamos con la ayuda de un guion que nos de justo la frase que deseamos para cada ocasión. La vida es un acto puro de improvisación constante, donde no vale imaginar “tendría que haberle dicho, tendría que haber hecho”, porque  ni siquiera para aquellas ocasiones en que preparamos hasta el mínimo detalle tenemos la garantía de que las cosas vayan a suceder como las habíamos planeado. 


Hay que estar preparado para valorar aquellos momentos que marcan la diferencia sin preocuparnos en exceso por lo que esté por llegar, porque el momento pasará y siempre lo recordaremos por lo que en realidad fue y no por lo que pudo haber sido “si...” y nadie, nadie tiene la garantía de saber qué va a suceder mañana

Así que si solo tenemos el ahora, el instante, yo digo que hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que cada día cuente, por pequeño que sea el gesto que haga que ese día marque la diferencia y siempre sea uno más y nunca un día menos.

Y si os digo todo esto es porque hoy me he dado cuenta entre fantasía y fantasía, de las muchas cosas que me gustaría hacer y sueño con que algún día pueden llegar a suceder... que estaba dejando, de nuevo, de valorar el ahora por ese incierto mañana y no es algo en lo que quiera volver a caer. Por supuesto hay que tener planes, ilusiones y sueños por cumplir pero en mi balanza vuelvo a poner todo el peso de hacer lo que esté en mi mano por ser feliz hoy, deseo jugármelo todo al “ahora” y procurando ser tan feliz como para que si nada de eso  que me gustaría que algún día llegase a ocurrir sucediera, igualmente merezca la pena esto que en realidad es vivir.
Asi que... carpe diem y qué me quiten lo bailao!


martes, 27 de septiembre de 2016

Que el corazón no se pase de moda.


Y de repente me doy cuenta de que todo lo que hoy me gustaría decir, todo lo que hoy me gustaría sentir, no sólo ha sido dicho ya mucho mejor  de lo que podría llegar hacerlo yo, sino que, además, también ha sido cantado. 


(https://youtu.be/fRvARVdNVPA)

No se me ocurre una filosofía de vida más bonita que la que se esconde en la letra de esta canción. Recuerdo perfectamente la primera vez que la escuché, fue el 8 de enero del 2006, ajena al  frio de la sierra frente a una pequeña chimenea y con mulliditos calcetines que protegían mis pies de las más que probables quejas de que en el campo en invierno se pasa mucho frio, que dejé de prestar atención al juego de mesa en el que iba perdiendo tras un, "escucha, escucha, la letra de esta canción", y sin más, ocurrió, la escuché absorta, con las mejillas coloradas y el corazón feliz  preguntándome si sería posible que existiera alguien más en el mundo haciendo exactamente lo mismo que yo, y sintiendo lo mismo que yo, justo en ese preciso momento. 
Esa canción pasó a ser parte de mí. Todos tenemos canciones que sabemos siempre tendrán un significado especial, que nos trasportarán a momentos y a personas, que nos arrancarán sonrisas o nos derramarán alguna una lágrima. A mí esta canción me pareció la declaración de intenciones perfecta para seguir en la vida, para vivir la vida como creo que se debe vivir para que merezca la pena. Me enamoró el alma y pasó a ser la música que imaginaba debía sonar de fondo durante los días especiales, y  también durante aquellos días en que necesitas recordar razones para tornarlos especiales.
Lo que yo no sabía, ni podía llegar a imaginar aquel 8 de enero era que  aquella maravillosa canción tan especial para mí serviría, también, para ponerle nombre a uno de los proyectos más especiales y bonitos que he tenido en mi vida.

Así que hoy me apetecía compartirla, darle el huequito y la importancia que se merece estos días, por todo lo que siempre ha significado y por lo que ya siempre significará. 

Aquí os la dejo de regalo para este martes gris, al menos  a este lado del mundo, espero que la disfrutéis y que escucharla se pueda convertir en  la excusa perfecta para decidir  bailarla con una sonrisa, sin más motivo que apoyar tu cabeza en su hombro, cerrar los ojos y disfrutar de la vida. :)




Noches de boda de Joaquin Sabina https://youtu.be/fRvARVdNVPA


lunes, 12 de septiembre de 2016

Que no te duerman con cuentos de hadas.



Qué bonito cuando te sientes capaz de soñar sin límites. Cuando la satisfacción por lograr un objetivo, un sueño, llena cada rinconcito de tu mente. Cuándo a todas tus fantasías le contestas con un ¿Y por qué no?
Ha sido difícil, ha habido muchos momentos de “a tomar por culo”, de tirar la toalla, de dejar que el miedo y las inseguridades se hicieran fuertes y me dijeran que estaba perdiendo el tiempo.
Por fin puedo decir, que independientemente de que para gustos los colores, y de que a todos no nos pueden gustar ni disfrutamos del mismo tipo de cosas e historias, yo hoy estoy feliz, contenta de decir que me propuse escribir una historia, un libro, una ficción cargada de mentiras con las que decía tantas verdades, y lo conseguí. Que por el camino también me han acompañado muchas ilusiones y pensamientos bonitos. Que rodearme de los personajes que iban tomando cada vez más vida en cada página ha supuesto a veces la mejor de las compañías en momentos muy difíciles de este año. Que aunque ahora les diga adiós, siempre, siempre, los llevaré conmigo, que aunque no sepa que pueden llegar a traer consigo, todo lo que ya me han dado merecerá siempre la pena.
Escribir “Que no te duerman con cuentos de hadas”, ha sido la primera cosa que he hecho en mi vida que me hace sentirme realmente orgullosa de mi misma más allá de lo personal. Me ha hecho sentirme capaz, ilusionada y realizada.
Ahora, cuando lo veo por fin publicado, dispuesto a darle a quien lo desee tantas emociones especiales que despierta siempre la lectura, no me pesan las jornadas en pijama como traje de faena sin salir de casa mientras gestionaba lavadoras y demás menesteres en los que te ves atrapada al trabajar en casa, valorando sólo yo que la falta de horario laboral y nómina a final de mes no desmerecían todo lo hecho en un día, las horas frente al ordenador escribiendo, borrando  y sin más entretenimiento que no rendirme ante la frustración y el abandono de las musas.
Y me emociono y se escapa una lágrima rebelde que se debate entre la alegría y la tristeza, por un lado porque les digo adiós y los expongo al cariño, o al rechazo, de otros que no soy yo, y por otro, porque he conseguido demostrarme a mí misma que, a veces, si crees un poquito en ti, y tienes quien te lo recuerda cuando dudas (gracias de nuevo María este momento de satisfacción personal debe ser también un poquito tuyo) consigues aquello que te propones. Porque el éxito en todo esto, siempre será para mí (aunque deseo con toda el alma que os guste a la mayoría) que lo soñé, no tiré la toalla todas aquellas veces, y lo terminé.
Espero de corazón que le hagáis un huequito en vuestras vidas a Adriana, que reciba todo el mimo que para mí merece (esto es como los bebés, a los de uno mismo nunca se les ve feos) y que ella os transmita también todo las cosas bonitas que esconde en su historia.