martes, 16 de agosto de 2016

El primer día de mi nueva vida.




Bueno, quizás, ni tan nueva ya, pero sin lugar a dudas sí que es el primer día de una nueva etapa. De un nuevo comienzo, de nuevos proyectos, sueños, metas y también de nuevos miedecillos, inseguridades y pensamientos de esos profundos que a veces me rondan.
Como ya sabéis de todas las posibilidades que han ido surgiendo y poniéndose sobre la mesa respecto a nuestro futuro, y aun habiendo interiorizado que era una opción complicada, resulta que finalmente es aquí, en SINGAPUR, donde vamos hacer nuestra parada en el camino, y que aquí, vamos a empezar un nuevo hogar. Ya Singapur no será ese lugar de paso donde tantas experiencias viví y tantas aprendí sin fecha de caducidad. Singapur será el país que nos adopta… hasta nuevo aviso.
Ya instalados, sintiéndome por fin relajada, que llevaba unas semanas que cualquiera diría que iba a volver a opositar, con los nervios a flor de piel y el estrés de “hay que hacer, hay que hacer” aun persiguiéndome, os escribo, descalza, con un moño desecho, la ropa de “iba a hacer deporte pero me he arrepentido”, una infusión humeante a mi lado y atrincherada en el sofá del  salón de nuestro recién estrenado hogar.

Nuestro pisito esta aún sin apenas amueblar, sin todos esos detalles que hacen que, al menos en mi caso, un lugar me resulte acogedor, pero aun así ya me parece la mar de muy bonito. Me imagino, independientemente de que luego se torne, o no, una realidad, donde me gustaría poner tal o cual cosita, me embeleso pensando lo bien que quedaría aquí un  cuadrito, un sofá, un jarrón, unas velas…
Cuanto daño ha hecho Dvinity y estos gemelos con su decoración y amor por los espacios abiertos...
 Me gusta recrearme en la idea de que con el paso del tiempo estas más de cuatro paredes guardaran junto con nosotros la evolución de nuestra vida aquí, que estará llena de detalles que hemos ido sumando a nuestro paso. Recuerdos, ilusiones, algún que otro mosqueo por no estar de acuerdo en cuan bonita son estas sabanas que al final elegí, o tener que ceder, con un mohín, en lo de no llenar cada rincón de la casa con velas como si se tratara de un santuario (algún  día tendré que hacerme mirar, entre otras cosas, esta obsesión mía por las velas, las tazas y los cojines). 


De verdad, yo creo que la vida es más bonita con cojines mulliditos que achuchar...Y un sofá rosa!

Mientras estoy aquí sentada rodeada de este lienzo aun en blanco que es el piso, me gusta preguntarme ¿qué contará esta casa de nosotros dentro de unos años? Y sonrío imaginado que la respuesta es que muchísimas cosas buenas. Visitas de amigos de toda la vida y de la vida nueva, cenas, risas, besos, confidencias, sueños, saltitos de ilusión ante lo cotidiano, sorpresas, pasión, peleas y reconciliaciones, tardes de series y chocolates, domingos en la cama, corchos, planes, viajes…Está será la casa que guardará siempre la habitación donde por fin publiqué, la cama donde soñé por primera vez con el día de nuestra boda y te vi  tan guapo y feliz que me dieron ganas de despertarte para contártelo, el sofá que nunca me gustó en el salón y que puede que jamás cambiemos, pero en el que brindamos por todo lo que está por llegar ,los baños que  (por fin!) solo compartiremos por gusto, alternando colarnos en uno o en otro según nos apetezca, la terraza donde de nuevo ¿por qué no? volvimos  a bailar abrazados como si el mundo pudiese pararse, la puerta donde te recibí con un besazo lleno de orgullo tras tu primer día de trabajo, el salón donde peleamos por la lista de invitados…esta siempre será la casa donde fuimos por primera vez  marido y mujer, y las mismas ganas que me entran de decorarla, con ilusión y grandes expectativas, me entran también de llenarla de momentos que el día de mañana nos recuerden las cosas que de verdad merecen la pena.

Por el amor de "Dior"  pero que tiernita estoy!!

Aun con todos estos sentimientos lindos que me despierta este nuevo hogar, aprender a dividir el corazón entre dos hogares tan lejanos y diferentes sigue siendo una tarea difícil para mí. Los días en casa, la de España, la de mis padres, la de siempre… han pasado veloces y han dejado a su paso un remolino de momentos tan familiares, conocidos y felices que no quería que tuvieran que parar.
Es una sensación extraña esa de volver y luego marchar. Al principio cuando llegas, ansiosa, llena de nervios, dispuesta a dar y recibir besos como si se tuviesen que gastar, te das cuenta que parece que todo siga igual y te invade una sensación rara que te invita a creer que nunca te has marchado, que justo ayer mismo estabas también allí. Todo lo que echabas de menos, está de nuevo al alcance de tu mano y te cuesta hasta creer que apenas unos momentos antes había medio mundo de distancia. Y entonces disfrutas de tu vida allí como si tal cosa, de la comida de papá, de los mimos de mamá, de las charlas en persona con la gente que te conoce bien y de verdad, de salir y entrar y de no parar. No parar ni un segundo para que no tengas tiempo de pensar que ya ha pasado un día más. Luego, cuando se acerca el día de volver a meter en la maleta la valentía y las ganas para emprender de nuevo el viaje, me enfado, me pongo triste y me arremolino en un montón de pensamientos kamikazes, simple y llanamente porque sé, ya sí que soy consciente de lo mucho, muchísimo, que los voy a echar de menos, y de cuanta falta me hacen en realidad tantas cosas que allí dejo, y por eso me cuesta un gran esfuerzo tener que repetir de nuevo otra despedida. 

Y sé que mi vida va a ser así, va a tener muchos más recibimientos felices y despedidas tristes, y no es que me queje, no me arrepiento, la verdad es que soy feliz donde y con quien estoy. Ya os lo he comentado en otras publicaciones, que de tan feliz que a veces me siento, da miedo, pienso que algo malo va a pasar de un momento a otro y zas! Al carajo la felicidad amiga!
Aun así, aun feliz, convivo con una extraña sensación de fondo, un murmullo que se convierte en un grito ensordecedor cuando vuelvo a la casa de España, a la de mis padres, a la de siempre…  Y como explicar esa sensación?  Creo que lo más parecido sería decir que  me siento….culpable. Yo nunca me he enamorado de dos personas a la vez, y me parecía un cuento chino, una milonga para justificarse,  pero ahora creo que puedo llegar a comprender, salvando las distancias,  eso que dicen algun@s cuando afirman que tienen el corazón dividido. Yo lo tengo. Querer, pero a la vez no querer hacer o estar en otro sitio y con otras personas. Culpable por estar bien aun perdiéndome tantas cosas y teniéndolos lejos, culpable cuando estoy con ellos por no querer que llegue el día de la partida aunque eso signifique volver a estar con el noprincipe viviendo nuestra vida y tenga muchas ganas de verlo.
Quizás, en algún momento, se instale el equilibrio y no me sienta culpable… O quizás, con este paso del tiempo tan rápido llegue antes de lo que imagino la ocasión de  volver disfrutar de todas las personas que quiero  juntas, en la misma franja horaria, sin tener que renunciar a nada.
Mientras tanto estos primeros días de nuestra nueva vida se irán asentando poco y todas las novedades se volverán rutinas: El nuevo trabajo del noprincipe, donde espero y deseo con muchas ganas que se sienta genial, realizado, valorado, donde aprenda y consiga todo aquello por lo que tanto ha currado, dedicarme estas primeras semanas casi en exclusiva a finalizar la corrección y publicación del libro, para luego seguir con el siguiente, del que ya he escrito en los poco ratitos que he tenido libres algunas cosillas y os reconozco que me cuesta aparcarlo para no dejar sin acabar lo ya empezado, seguir con mis clases hasta encontrar un trabajo a jornada completa, apuntarme a inglés, organizar, sin caer en el estrés máximo, con mucha ilusión nuestro bonita boda, y así muchas más cosas que completan la nueva lista de cosas que me gustaría hacer actualizada, pero mientras tanto, durante todo ese proceso de ilusiones, metas y proyectos… seguiré abrazando, con mucha fuerza, todas esas cosas que me rodean y me  regalan una gran sonrisa, ya sea en directo, o a través de la pantalla del móvil.