miércoles, 11 de mayo de 2016

Yes, I do. :)



Os voy a contar un secreto.
Yo, cinéfila por vocación y devoción, he visto muchas y muy variadas pelis románticas, con sus correspondientes escenas  del “por siempre jamás”. Escenas que  conspirando con mi lado tiernito y ñoño, me hacían derramar lagrimitas de emoción edulcorado que se me enredaban en el pelo, y me invitaban a  soñar que en la vida real, también  suceden cosas así (y  más concretamente que me sucederían a mi) que está muy bien eso de ser  moderna, pero  me declaro culpable de haber soñado con mi propio  momento de película, y de ponerle, incluso, hasta banda sonora.
Pues de todas esas escenas increíbles y románticas que se nos calan en el subconsciente, e incluso por encima del  final de “Cuando Henrry encontró a Sally”  :
(¿quién podría resistirse a aquel “cuando te das cuenta que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, deseas que el resto de tu vida comience lo antes posible?)”   Por encima también del “te garantizo” de ese ya madurito Richard Gere y la siempre afortunada Julia Roberts,  en “Novia a la fuga”

 https://youtu.be/mxCam_TdEEo 

(lo mejor de la película ese momento, el resto regulero regulero), para mi, le ganaba con diferencia a todas esas grandes escenas, la sencilla e íntima declaración de Ed Harris a Julia Roberts, y fue  la que se grabó en mi retina y en mi corazón como la más sincera,  bonita y especial.
 “Para que dos personas se amen realmente, realmente se comprometan, tiene que ser un acto de voluntad, una decisión, y esas dos personas tienen que vivir esa decisión todos los días, incluso cuando hay problemas, y te apetece rendirte. Hay  que aferrarse a esa decisión, a esa  elección de amarse, aunque ya solo penda de un hilo”.

Es sin duda, y  con diferencia,  mi escena  de película favorita en lo que a pedidas de matrimonio se refiere. Se trata de un fragmento de la película “Quédate a mi Lado”. Peli de llorar donde las haya, y no el diario de Noa, qué drama por favor, pero, qué mensaje de amor (no solo del romántico) más bonito, dentro de lo cruda y fea que es tantas veces la realidad.

Tanto me gustó, que inspirada en esa escena, y añadiéndole los necesarios toques de humor, escribí en mi proyecto  de libro, la que para mí era una pedida de matrimonio perfecta.
Y aunque por escrito quedaba, jamás le dije a nadie que ese era para mi el escenario ideal y que yo deseaba. Un momento único e íntimo que solo necesita de dos personas que se quieren, sin más adornos que la ilusión de su compromiso.
Si nunca comenté, a pesar de que es, reconozcámoslo, una conversación que a veces surge entre cafés o gintonics, “¿cómo te gustaría que te pidieran matrimonio? fue  quizás por un poco de vergüencita y otro poco  de que al no tratarse de un momento que fuera a pertenecerme sólo a mí, debía de darse también lo que para la otra persona resultase especial, y aún más importante, todo aquello que esa persona hiciera  pensando que era especial para mi. ¿Cómo eliminar algo así de la ecuación?
Pero ahora ya puedo confesar lo inconfesable, y es aquí donde llega, lo que vengo pensando estos estos días, creo que es algo realmente especial. Las casualidades a veces son demasiado bonitas para no creer que suceden por algo. Salvando las distancias de  no ser Julia Robert, que  él no príncipe tiene,  a Dios gracias, mucho más pelo que Ed Harris, y sin la participación estelar de la madeja de hilo, llegó la pregunta y la respuesta  de una forma que para mi será siempre mejor que cualquier escena del cine.
Y digo que es algo especial, porque las cosas salieron así, a pesar de que los planes eran que sucediera de otra forma. Un cena en la playa con velas, a la luz de las estrellas y la luna, la intimidad de la noche y el sonido del mar como telón de fondo. Precioso. Pues todo resultó del revés, para que al final sucediera de la forma más parecida a como tantas veces lo había imaginado, e incluso escrito. Para mí es una ¿casualidad? preciosa y especial.
Resultó, que llovió, el taxi nos dejó donde no era, andamos por caminos oscuros y desconocidos de la cara menos turística de Vietnan, un perro pulgoso y malhumorado salió a nuestro paso, ladrándonos con muy mal genio que de cena en la playa nada de nada, y al que fingíamos no ver, ni escuchar, cual tiranosaurio Rex por si así resultaba que no nos veía y no nos atacaba, para que al llegar finalmente al lugar de la cena ya estuviera lloviendo tanto como para reunir un macho y una hembra de toda la fauna animal y construir un arca. Y aunque yo en ese momento no sabía que un anillo le temblaba en el bolsillo, ni sabía tampoco que todos sus preparativos se estaban viendo frustrados, ( pobre mio) disfruté igual  por saber que había organizado una velada tan romántica, aunque no imaginara que debía serlo aun más, y no hacía más que decirle que no pasaba nada, que íbamos a cenar igual de bien dentro y que no se preocupara, que todo era precioso, aun cambiando el sonido del mar por el de la lluvia torrencial.
A pesar de lo precioso que hubiera resultado también así,  con ese idílico escenario como telón de fondo, lo cierto es que no nos hacía falta.
Puedo decir que han sido de los días más bonitos de mi vida, que me he sentido de verdad como si el cuento de hadas  existiese y ya no hubiera dragones, ni brujas a los que temer ni contra los que luchar. Que aunque no cambia en realidad nada el hecho de contestar  SI a la pregunta más importante que hasta hoy me han hecho, pues aun sin planes de boda yo ya me sentía igual de comprometida que hoy, ha sido muy, pero que muy especial, y que para mí sucedió, de la forma perfecta.
Y no siempre todo resultará así, y no siempre todo será perfecto, ni lo ha sido en el pasado, por eso ahora, en este punto concreto del camino, atesoro y me guardo, hasta el olor de coco del gel de baño con el que acaba de lavarme las manos en mi memoria, como recordatorio constante de que a veces la vida te muestra su cara más bonita, y  que en esos momentos, solo tienes que pararte, saborearlo, exprimirlo, disfrutarlo, sentir a tope, y ser feliz.  Recordatorio también, de que aunque en una relación no todo siempre resulte idílico, hay momentos que son la REPERA de bonitos, y que son a los que debemos de aferrarnos con uñas y dientes cuando lleguen las rachas malas, que llegarán, y serán los que  nos recordarán cuánto somos capaces de querernos, y lo bien que somos capaces de hacerlo, pues como vengo repitiendo últimamente, quererse cuando todo va bien, es la parte fácil, es cuando estamos mal, cuando no solo hay  que quererse más, sino también, saber quererse BIEN.
Si quiero. Quiero seguir fabricando momentos a los que agarrarnos con uñas y dientes para cuando todo penda de un hilo, quiero vivir esta nueva etapa de nuestra relación con toda la ilusión y las ganas que se merecen. Intentando no estresarnos, y no convertirme en una de esas novias que se agobian  y se vuelven un poco locas si las flores tal o pascual, para centrarnos en lo realmente importante (que no es la barra libre, no) sino ese, "en lo bueno y en lo malo"…  SI QUIERO.



¡ Qué empiecen los preparativos!

miércoles, 4 de mayo de 2016

Que se pare el tiempo.

Callejuelas llenas de farolillos, bugambillas, casas coloniales mezcladas con arquitectura china y vietnamita, un río, un puente con una antigüa leyenda y música de fondo. Parece un cuadro. O un escenario de película. Resulta difícil creer que en medio de las masificadas ciudades y el caos del tráfico al que venimos estando acostumbrados en nuestros viajes, exista un lugar así, en pausa con el tiempo, y con las modernidades, conservado de esa forma con la intención de embrujarte. Lugares con encanto que lo llaman. Hoi An,Patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1999. Y no me extraña.
Aunque me fascinan también los sitios que ya hemos conocido, creo que es en lugares como este, diferentes y lejos de lo espectacular, dónde a mí se me atropellan las ganas de parar el tiempo, y empaparme de todo, de cada sensación y de lo auténtico de su ambiente. Aun en sus diferencias, el barrio del Trastévere de Roma y este pequeño lugar del mundo, me despertaron por igual un gusanillo de emoción y romanticismo que me ponen tonta. Y sí, me gustaría que el reloj pasase más lento, para que no se escape sin antes exprimir a tope, esto de saberme tan feliz.
Y a veces me da como yuyu estar así,como en armonia con todo, feliz de la vida, disfrutando del momento y de la compañía, que es la que  también me pone tonta y no sólo el ambiente. Evidentemente.Es la mezcla perfecta de ambas,  por que sin él lado, sin girarme y poder decirle ¡mira que bonito! sin sonreír juntos y quejarnos del calor, y acumular selfies que me petan la memoria del movil, quizás Hoi An no me hormiguearía la alegria como lo ha hecho. Pero como si de la bruja mala del cuento se tratara,  la parte de mí que no está dopada de endorfinas,  piensa que no es posible estar tan asquerosamente feliz, y que ya verás, que algo malo va a pasar y la hostia desde tan alto son siempre de las que duelen más. Y me pasa también, que no estamos acostumbrados a decir que somos felices, como si no tuviéramos derecho habiendo tantas cosas que van mal, como si serlo fuese demasiado pretencioso, o vale, podemos serlo, pero eso de decirlo ya es otra cosa. Podemos hablar de los problemas y sin sabores y nadie se extraña, se entiende y tan bien. Pero si a la pregunta de cómo estas? Respondes, "estoy suuuuper bien, enamorada hasta la ñoñería y feliz como una perdiz" eso ya sí levanta más ampollas, suspicacias y puedes resultar repelente. Es mejor disimular y decir " ahí vamos, bien normal, todo bien" no vaya a ser que te cojan tirria. Sea como sea, y aunque me de miedo que pase algo y se me atraganten los arcoiris, lo cierto es que me da igual,  que venga lo que tenga que venir, pero estos ratitos ya no me los quita nadie, que los problemas ya llegarán, que resulta que así es la vida, a veces mejor,otras peor, rachas buenas seguidas de malas... Momentos. Y el de ahora, pues es de esos que marcan la diferencia. 
Que quede constancia en este cuaderno de bitácora, que hoy cinco de mayo de 2016 en una pequeña y preciosa ciudad de Vietnam que me recuerda a un dibujo de cuento y de la que me llevo para siempre sentimientos tan bonitos, soy, inmensamente feliz.