domingo, 27 de noviembre de 2016

Oh blanca Navidad!



Me he aficionado a disfrutar de ciertos placeres sola. Ya no me resulta incómodo sentarme sola en una cafetería disfrutar de un té y parar todo durante ese ratito y dedicarme a escribir. 

Ya se acerca la Navidad y se nota, el consumismo se respira en cada esquina de la ciudad, las tiendas están repletas y los niños nerviosos y revoltosos cual gremmlis mojaditos. Observando el centro comercial hasta los topes parece que la Navidad fuese eso… compras y más compras.

A mí la Navidad me encanta. Los adornos, las luces, las figuritas de los belenes, los villancicos los de toda la vida y los cantados por Frank Sinatra y de las pelis americanas. Me encanta. Me encanta todo, pensar en regalitos que vayan hacer tope ilusión, que todo se contagie de ese "espíritu navideño" y que reunirse con la familia para comer y beber, darse besos y contar batallitas sea una tradición.

 Los buenos deseos, los propósitos de año nuevo, el balance de lo bueno y lo malo, los nervios con cada una de las doce uvas, el look de cada almuerzo, cena o copas con amigos y compañeros, no lo puedo evitar me ilusiona y me llena el cuerpecito de cosas bonitas que siempre asocio al sabor de las bolitas de coco. Son fechas especiales, tardes de clásicos de cine, de mantita, calcetines gorditos y sofá, porque sí, navidad y frio deben ir de la mano, me gusta que sea fría, lo de disfrutarla en tirantas no me termina de convencer por mucho que no haya soltado el resfriado desde que he llegado.

Pero a pesar de todo esto que me gusta no me pasa por alto que estas celebraciones en familia rodeados de amor y cariño que para mí son una fiesta que ansío con ilusión, para otros muchos se convierten en unas fechas terribles donde todo recuerda las ausencias de los que no están. Y sé que ese momento también llegará y esa certeza hace que cada año que pasa, las afronte de una forma menos idílica quizás, más agridulce, más madura, con más temores, por eso  quiero atesorar cada segundo en mi mente, disfrutar todo y de todos ante la incertidumbre de las cosas que han de cambiar.