lunes, 12 de septiembre de 2016

Que no te duerman con cuentos de hadas.



Qué bonito cuando te sientes capaz de soñar sin límites. Cuando la satisfacción por lograr un objetivo, un sueño, llena cada rinconcito de tu mente. Cuándo a todas tus fantasías le contestas con un ¿Y por qué no?
Ha sido difícil, ha habido muchos momentos de “a tomar por culo”, de tirar la toalla, de dejar que el miedo y las inseguridades se hicieran fuertes y me dijeran que estaba perdiendo el tiempo.
Por fin puedo decir, que independientemente de que para gustos los colores, y de que a todos no nos pueden gustar ni disfrutamos del mismo tipo de cosas e historias, yo hoy estoy feliz, contenta de decir que me propuse escribir una historia, un libro, una ficción cargada de mentiras con las que decía tantas verdades, y lo conseguí. Que por el camino también me han acompañado muchas ilusiones y pensamientos bonitos. Que rodearme de los personajes que iban tomando cada vez más vida en cada página ha supuesto a veces la mejor de las compañías en momentos muy difíciles de este año. Que aunque ahora les diga adiós, siempre, siempre, los llevaré conmigo, que aunque no sepa que pueden llegar a traer consigo, todo lo que ya me han dado merecerá siempre la pena.
Escribir “Que no te duerman con cuentos de hadas”, ha sido la primera cosa que he hecho en mi vida que me hace sentirme realmente orgullosa de mi misma más allá de lo personal. Me ha hecho sentirme capaz, ilusionada y realizada.
Ahora, cuando lo veo por fin publicado, dispuesto a darle a quien lo desee tantas emociones especiales que despierta siempre la lectura, no me pesan las jornadas en pijama como traje de faena sin salir de casa mientras gestionaba lavadoras y demás menesteres en los que te ves atrapada al trabajar en casa, valorando sólo yo que la falta de horario laboral y nómina a final de mes no desmerecían todo lo hecho en un día, las horas frente al ordenador escribiendo, borrando  y sin más entretenimiento que no rendirme ante la frustración y el abandono de las musas.
Y me emociono y se escapa una lágrima rebelde que se debate entre la alegría y la tristeza, por un lado porque les digo adiós y los expongo al cariño, o al rechazo, de otros que no soy yo, y por otro, porque he conseguido demostrarme a mí misma que, a veces, si crees un poquito en ti, y tienes quien te lo recuerda cuando dudas (gracias de nuevo María este momento de satisfacción personal debe ser también un poquito tuyo) consigues aquello que te propones. Porque el éxito en todo esto, siempre será para mí (aunque deseo con toda el alma que os guste a la mayoría) que lo soñé, no tiré la toalla todas aquellas veces, y lo terminé.
Espero de corazón que le hagáis un huequito en vuestras vidas a Adriana, que reciba todo el mimo que para mí merece (esto es como los bebés, a los de uno mismo nunca se les ve feos) y que ella os transmita también todo las cosas bonitas que esconde en su historia.

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