Este año hemos vuelto a contar con la colaboración de Portimao como telón de fondo para nuestras risas de "treinteañeras/adolescentes" y aunque en esta ocasión éramos aun menos de los que ya conseguimos reunirnos el año pasado ha sido genial aun extrañando muchísimo al resto.La verdad es que lo hemos pasado pirata. Este año por esas casualidades de la vida que no tienen nada de casual, hemos contado con una "nueva" incorporación para nuestros viajes veraniegos, aunque nueva solo en eso de fugarse con nosotros, porque en mi vida tiene ya más de quince años de antigüedad. Una persona diez a la que adoro y con la que hablo sin tapujos y siempre desde el Corazón. Alguien fuerte y valiente como la que más, aunque a veces se le olvide que lo es. Alguien con quien en ciertas ocasiones es mas fácil hablar de algunas cosas por ser capaz de ver la cosas sin las interferencias del día a día.Ella, cabezona, generosa y divertida es una de esas excepcionales amistades que no necesitan cantidad sino solo calidad para sobrevivir al paso de los años y a las distancias que han ido marcando nuestros caminos elegidos. Ella es la única a la que me gusta oirle llamarme "Bee" y "rubia" y me suena a bonito, a juventud, a tardes de latín y griego estudiando juntas cuando aun creíamos a pies juntillas, y sin dudarlo ni un instante, que el mundo estaba puesto ahí para nosotras, a nuestros pies, esperando que nos lo comiéramos y no dejáramos ni las migajas.
Tras días como los de este fin de semana tomo conciencia de lo mucho, muchísimo que las extraño, que las necesito, de la falta que me hacen. Las confidencias, las risas en las que te duele la boca y no puedes parar, las miradas cómplices que hablan por si solas, las preocupaciones y hasta la mezcla imprudente de chupitos sabe mejor rodeada de amigas. Y es que hay cosas que solo una amiga y/o hermana puede entender. Tomo conciencia de que cada cierto tiempo me va tocar reaprender a echarlas de menos sin pasarlo mal en el proceso, reaprender cada ciertos meses a no necesitar semanalmente su cercanía y todo lo que aportan y que esa es una tarea con la que tengo que familiarizarme sin que me suponga tanta penita. Tengo que pensar que aunque no pueda estar en todos los momentos que me gustaría, cada vez que pueda, cada vez que logremos estar todos juntos,sean las veces que sean, los voy a disfrutar a tope y de nuevo parecerá que el tiempo no ha pasado y que no me he marchado y lo saborearé intensamente como si de verdad el fin del mundo tuviese que pillarme bailando.
Risas con el sabor salado del mar, cachetes colorados, la señal del bikini, brindis, abrazos y besos, muchos ¡ pero qué guapa estás! consejos, ánimos, subidas de ego y de moral, momentos y más momentos de los que suman me dedicaré a coleccionar aunque cada vez sea más difícil y nuestras nuevas obligaciones manden. Quiero y me volveré muy muy pesada para conseguirlo que aun llegado el dia en que nos hayanos convertido en unas abuelas picaronas aun seamos capaces de reservar os unos días al año para buscar en la mirada vidriosa y arrugada de las otras el amor, la compresión, el cobijo, la diversión, las ganas y la fuerza que siempre nos damos.
Pues eso queridos míos, que ha sido un fin de semana muy divertido del que aunque no os he contado muchas batallas ya os he dicho lo más importante, y que resumiré con la que es mi anécdota preferida de estos tres días. Os aseguro que creo que no me va a dar la vida para reírme con más ganas que cuando mi amiga Cristina, pulcra y escrupulosa como la que más, tras el desayuno de nuestro último día allí en un barucho cualquiera de Portimao descubrió un condón usado ( verde y con su nudito y todo) en su bolsa de la playa colocadito encima de su toalla. Del cielo que había caído dentro de una servilleta mientras nos tomábamos nuestro necesitado café. Se entiende que había caido desde algún balcón del bloque de pisos donde se encontraba la terraza de la cafetería. Para su horror y espanto antes de descubrir el condón ella había cogido la servilleta, que presuntamente solo era voladora y la dejó sobre nuestra mesa para sacarla de su bolso, no fue hasta bastante tiempo después, llegando ya al club No solo agua sintiéndonos divinas, que descubrió que había estado llevando en su bolso junto a sus cositas y sus ideales neceseres playeros aquel profiláctico colorido y usado en el interior de su bolso.
Reírse más ante su expresión y su reacción puede que sea posible, pero difícil, también.
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