Pues el comienzo del año 2017 está siendo entretenido… No me
da la vida con un no parar de curro, lo cual está genial, pero me tiene algo
acelerada, y me he roto un dedo del pie para darle más emoción al tener que hacerlo todo a la pata coja.
No me he roto nada en estos 31 años por raro que pueda
pareceros con tantas torpeza y caídas absurdas, excepto aquella vez que me
fracturé la muñeca como lesión más significativa tras haber volcado un coche con
su vuelta de campana y todo, y ahora va y resulta que con una estúpida patada a una
silla me dejo un dedo fuera de su sitio ¡espero que mi ángel de la guarda no se
haya pedido de verdad una excedencia!
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Angelito no me abandones que sabes que te necesito!! |
Lo que no voy a permitir que tanto ajetreo me distancie
de cumplir mis objetivos anuales, que no os he dicho nada pero este año también los
tengo…¿Quién no empieza el año con una lista de propósitos? Pues supongo que
mucha gente, pero yo me incluyo en el grupo de los que sí que escriben una
serie de objetivos que abrazar y que perseguir a lo largo de los 12 meses que
comienzan en forma de oportunidad. No es
que me haga falta tampoco que sea final de año para hacerlo, la verdad, cada
semana me propongo ir más al gimnasio, ( o simplemente ir) y eliminar los
carbohidratos de mi vida… pero bueno, los del nuevo año siempre son como de una
dimensión mayor, metas que creemos harán de verdad nuestra vida un poquito
mejor, más saludable, más feliz. Si reviso mi lista del año pasado me doy unas palmaditas
en el hombro y me digo yo solita “Esa Bea como mola se merece una olaa” Ueee.
Aunque claro, como lo de rozar la perfección es de personas repelentes y yo ni
pizca, sí que se repiten algunos objetivos pasados en esta ocasión…
¿Será el 2017 el año en que por fin me suelte con el inglés
y pueda ser en mi versión internacional igual de richarachera y espontánea que la
española?... No hagan zapping!
Dejar de fumar no estaba el año pasado simplemente porque yo
que me conozco y sabía que no era el mejor momento para hacer acopio de tanta voluntad,
así que lo dejé y volví varias veces sin demasiada convicción. Este año tampoco
lo incluyo, repetiré amagos y seguiré conformándome, de momento, con saberme
más una fumadora social y presa del aburrimiento que una fumadora compulsiva.
Para el 2018 me digo ya que sí, que sí.
Los que incluyo este año en mi lista son un poco más
trascendentes y compartiré con vosotros dos de ellos para invitaros a que
también los persigáis, pues sin duda creo que de lograrlos harían nuestra vida
mucho más bonita.
-Quejarme menos. He intentado en más de una ocasión sumarme
al reto de estar 21 días sin quejarme. Es harto difícil cada vez que decía “puta
lluvia de los cojones” debía poner el contador a cero y volver a empezar. Y es
que no somos conscientes de la de comentarios que llevan implícitos una queja y
de lo difícil que es reeducar nuestra mente para transfórmalos en pensamientos
más positivos. Estoy superconvencida de que la queja es nociva a un nivel del
que no somos conscientes. No es que piense tampoco que uno no pueda reclamar,
quejarse, desahogarse antes de explotar, o luchar por aquello que no es justo o
que realmente es importante, pero me gustaría eliminar de mi vida las quejas
menores y que impregnan nuestra vida de negatividad casi sin darnos cuenta. Volveré
a intentarlo calculando con que no me coincida con estar premenstrual perdida y no me rompa ningún miembro de este cuerpecito.
Otra cosa que me gustaría tachar de mi rutina es alejarme de la crítica, me refiero a la crítica
vacía y destructiva, esa que muchas veces se cuela entre nuestras
conversaciones con amigos como si fuera lo más natural del mundo infravalorar
la vida de los demás desde un podio de superioridad en el que nosotros solitos
nos hemos colocado. Crítica tan disfrazada de cotidianidad que ni siquiera se
hace con “mala intención”. Esa crítica
que puede que sin querer guarda un “eso está mal y lo que yo digo bien”, esa
que se esconde tras el sentido del humor como si se tratase de reírse de uno
mismo, pero en realidad es de lo demás. No sé en que momento participar de
conversaciones así dejo de parecerme importante.
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shut up!! |
No me gusta, no me mola. Mi
madre siempre intentó trasmitirnos que no hablásemos mal de la gente. Quiero
mejorarlo.
No se trata de no opinar, de que la critica no sea necesaria en nuestras vidas, lo
es, pero la constructiva, la que suma y la que no abate, y sobre todo, todo, me
niego a seguir sumándome a criticar cosas como el pelo, la ropa, los gustos,
los novios, los regalos, a menganito y fulanito, así tal cual, por deporte y
sin mas fin que llenar la conversación frente a un café. Cada uno que haga lo
que quiera siempre y cuando no haga daño a los demás y que los derechos de
otros no pisen los míos. Hay ciertas actitudes de las personas de nuestro
entorno que muchas veces nos hieren, que no entendemos, que nos afectan a fin
de cuentas, y sentimos esa necesidad de compartirlo con alguien, de buscar
apoyo, de reafirmar nuestro derecho a sentirnos
como nos sentimos. En muchas de esas ocasiones no pensamos en la posición en la
que ponemos a la persona que nos está escuchando, obligándola a tomar partido,
a que su opinión deba coincidir con la nuestra para sabernos dueños de tener
razón, y si no se moja, si no opina igual, entonces podemos atraer más malos rollos y
desencuentros, rizas más el rizo y crear “bandos”. ¿Y si en lugar de buscar la crítica
solo nos desahogamos? ¿Y si aceptamos que quizás la otra persona no tiene
porque estar de acuerdo con nosotros y eso no implica que nos quiera o le
importemos menos? ¿Y si en lugar de hablarlo con el de enfrente lo hablamos con
el que tenemos el problema? ¿No creéis
que nos ahorraríamos muchos malos rollos?
Vivimos en una sociedad en la que aceptamos que existen
haters! Por favor ¿hasta dónde hemos llegado? Personas que “odian” que solo se
dedican a desmerecer, a hablar mal, y a pisar con su libertad de expresión a
quien se les cruce por el camino… Yo lo siento pero es que me dan ganas de
decir “me bajo de la vida” cuando leo, escucho o veo ciertas cosas…
Mi granito de arena será procurar pensar dos veces antes de
hablar, intentar decir mi opinión sin avasallar, ni desmerecer, ser más
tolerante y no olvidar que hay una gran diferencia entre opinar y criticar que
parece que en muchas ocasiones lo hemos olvidado.
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sí, quiero ser una niña buena. traviesa visceral y extremista, pero buena :) |
Pues con esto y un bizcocho… me despido por hoy, el nuevo
Blog ya está en el horno y probablemente la siguiente entrada sea desde ese nuevo
huequito que viene cargado de novedades y secciones que espero de todo corazón
os gusten!!