jueves, 8 de octubre de 2015

Adiós veinteañera adiós.



Pues ya está aquí, ya llegó el día, no lo podíamos atrasar más ¡ Los 30 están aquí!. Mañana es mi cumpleaños. Adiós veinteañera, adiós.

Adios colágeno adiós.

Lista de emociones y pensamientos:

- No quiero, no me da la real gana
- Mañana mismo mi piel deja de producir colágeno, lo sé.
- Mi piel es una hijaputa
- Nostalgia
- Morriña
- ¿Quién le ha dado al botón de avance rápido estos últimos años? El que sea por favor, ¡que lo pare ya!.

Será cosa de la edad quizás, pero los años se me pasan cada vez más rápido, es acojonante, entre Navidad y Navidad, ya no me da tiempo a nada, cuando me quiero dar cuenta, ya estoy otra vez comiéndome las 12 uvas.
Cambio de número señores, sí, ya no puedo usar nunca más el carnet joven. La única vez que lo he usado en mi vida, fue para comprar las entradas a la Alhambra, pero aun así me fastidia que me retiren el carnet de “la juventud”. Es algo grosero¿ no?.

Pero ¿ y  a que viene tanto revuelo con esto de llegar a los 30? ¿Quién decidió que los 30 eran un momento clave de la vida? ¿Qué llegados a este punto del camino había que estar ya en una situación concreta? No se quien fue, pero la hizo buena.

Si buscas en google, encontrarás millones de listas tipo  “cosas que hacer antes de los 30” “30 cosas antes de los 30” “tu cuerpo a partir de los 30”y muchas páginas similares más que te hacen sentir cierto desconcierto ante todo eso que parece va a cambiar o finalizar o ya deberías haber alcanzado,   y  que  pasada dicha fecha, están fuera de ninguna lista.  Es más angustioso aún, si además eres mujer. Según parece las mujeres llegamos a los 30 y de repente por arte de magia, parece que  hemos pasado a otra categoría, no tengo muy claro a cuál, pero es una distinta a la que pertenecías como veinteañera, y a priori no es una muy alentadora. 


Si tienes 30 años y no has hecho o tienes en mente hacer ciertas cosas, levantas ciertas sospechas a tu alrededor…algo en ti no debe estar muy bien. Apañaos vamos.

Tengo 30 años, estoy legalmente soltera, no soy madre ni lo seré a corto plazo, de profesión incierta...  en fin, visto así, casi que parece que no haya motivos para celebrar cumplirlos, pero ¿ y si no nos dejamos apabullar  por lo que la sociedad nos ha grabado a fuego se espera de una mujer de mi edad? (Horror de los horrores usar esta frase” una mujer de mi edad) Si vemos los 30 como lo que son en realidad, la perspectiva cambia. Hemos llegado a una edad sí, un momento de nuestras vidas en el que se espera tengamos cierta madurez, proyectos y la cabeza bien amueblada. Es  un buen momento para hacer balance sobre los pasos que hemos dado y comprobar si estamos en buen camino y  si a fin de cuentas nos hemos convertido en “hombres y mujeres de provecho”

Si lo pienso un poco, y para hacer un buen balance de la situación… mi vida en los últimos 15 años bien se podría dividir en bloques de cinco años.
vamos a viajar al pasado!


De los 15 a los 20, fueron años de vivir deprisa, de querer vivirlo todo, de primeras veces en lo bueno, y en lo malo, de experimentar y de aprender. De mi primer novio, que no primer amor, pero si ese amorcillo que nos hace disfrutar de todo con una inocencia única, imposible de repetir. Relación con la  que me quedo sobre todas las cosas, con lo mucho que me enseñó a REIR. Como para no reírse con semejante monologista al lado, y que al crecer con él y crecer así, entre tanto “vamos a reírnos de todo”  lo dejó ya para siempre formando parte de mi  personalidad. Me reafirmé en la Beatriz divertida, la cabecita loca, la que entre broma y broma, adquirió cierta facilidad para esconder todo lo que podía llegar a sentir en el sentido del humor como su mejor escudo. Conocí también  en esos años a la Beatriz “conquistadora”, que descubrió sin apenas esfuerzo y de una forma que no alcanzaba entender muy bien, el alcance del poder femenino. La inocencia se pierde y se gana el conocimiento de un mundo más complejo, y por supuesto también, más divertido. Fueron años de empezar hacerme una idea de quien sería la mujer que dejaba atrás a la jovencita. De empezar a conocerme de verdad. ¡ Los locos años 20!



De los 20 a los 25, creo que dije ¡parar el mundo que me bajo!, no sé muy bien por qué, quizás por aburrimiento, que hasta el despiporre cansa oye, o quizás porque era lo que pensaba que quería, o mezcla de ambas, pero me enfundé el disfraz de adulta, o de lo que yo creía entonces era ser adulta, y fueron años de vivir la vida que “debía” vivir y dar los pasos que se “debían” dar. Aparqué la vida pirata un poco, (solo un poco la piratería nunca nos abandona del todo). Estudié lo que me gustaba, y luego llegaron las primeras experiencias en el mundo laboral, y con ello, disfrutar de sentirme independiente… con mi coche y mi dinerillo a final de mes. Era el momento de dejar los botellones en la calle para aprender apreciar las cervezas (mejunje que me parecía de lo más desagradable quien lo diría) seguidas de unos vinitos. Era el momento de tener el novio perfecto, y llegó aquel del que no QUISE evitar enamorarme. Ahí SI ¡el primer amor!. Fueron años de creer en una vida perfecta, y de hacer y organizar todos los planes que “no iba a deshacer por nada del mundo”. Años de convertirme si o si en la mujer que quería ser, y tener la vida que se esperaba de mí que tenía que tener. Y como todo en la vida llega, también lo hizo el dolor indescriptible, que llega a ser hasta físico,  de un corazón roto. Y tienes que aprender a  recomponer los pedazos, y descubres no sin asombro, que cierto es, ¡nadie se muere por nadie!. Que duele, pero que la vida siempre sigue y que vivirla siendo realmente feliz depende muy mucho de una misma, que anclarse a cosas que no funcionan, y a personas y a relaciones que te restan y no te suman por miedo a lo desconocido, es siempre un error. Que no tenemos espejos retrovisores, así que menos mirar hacia atrás, y siempre  hacerlo hacia delante.

Y… oh la la! de los 25 a los 30 años, estos años han sido bien entretenidos… años de cambiar todo lo conocido por lo desconocido. Donde conocí otro tipo de amor, del que no PUDE, ni quise, evitar enamorarme. Y  cuando yo pensaba que no podría volver a querer igual a nadie, descubrí que no sólo se puede volver a querer, sino que además, lo haces más y sobre todo, mejor.
Años de cambios, de retos, de miedos, de pruebas, de darme la oportunidad de conocerme mejor más allá de lo que todos, e incluso yo misma, dábamos por sentado. De ponerlo todo patas arriba y desordenarlo sin saber bien que esperar, pero sintiéndolo todo con una intensidad desconocida. Años donde conocer a la mujer en la que me he convertido está siendo una gran aventura llena de retos.
Llegados a este punto compruebo que, aun con sus cosillas y defectillos, he aceptado a la mujer soy, y además de aceptarla os diré, que la quiero mucho. No ha sido fácil llegar a valorarla como lo hago hoy, pero sin ninguna duda me quiero mucho más hoy de  lo que me quería antes. Y tengo mucho más claro por qué hay que empezar por quererse a uno mismo y a partir de ahí mucho a los demás.
 
Somos todas las cosas que hemos vivido, y por eso no cambiaría nada de lo que hasta ahora ha pasado. A pesar de los malos momentos, de los palos, de las decepciones, de las preocupaciones, miedos, a pesar de que a veces todo se ha hecho muuuy cuesta arriba. Soy quien soy por todas esas experiencias. Por supuesto tampoco cambiaria a las personas que durante todo este tiempo han formado parte de mi vida. Todas, las que estuvieron y ya no están, y las que siguieron y seguirán. Todo forma parte de mí, y de lo que hoy soy.

Y os preguntareis ¿ y que eres hoy? Yo misma me hago también esa pregunta muchas veces. Pues veréis, aunque no soy madre, desde bien adolescente yo estaba absolutamente convencida que a los 28 años seria madre, no sé porque, pero yo estaba tan segura de ello, como de que el rubio me sienta mejor que el moreno, sí que soy tía y he conocido una capacidad infinita de amar, de proteger y de querer cuidar a otra personita, que me ha descubierto una ternura, una paciencia y una gran capacidad de entrega que me eran desconocidas, y aunque tampoco tengo, un trabajo soñado, he querido ser desde veterinaria, abogada, psicóloga, azafata, patinadora, trabajar en un circo, (aclarase aquí que muchas elecciones laborales de esa lista coincidieron con que el ratoncito Pérez me dejaba monedas de chocolate bajo mi almohada), si que soy una persona trabajadora, a la que le gusta sentirse realizada ejerciendo aquel trabajo que tenga que desempeñar, soy responsable y comprometida, y soy perfectamente capaz de hacer muchas cosas diferentes y además,procurar hacerlas bien.
Siendo esas dos cosas las que llegado a mis 30 años me molestan un poco más se hayan salido “del guion”, y no se hayan materializado en lo que había soñado, también me ha dado la oportunidad de conocer y aprender mucho más como soy, el que no haya sucedido así.
Soy más independiente en muchos sentidos y menos cobarde de lo que era a los 20. Hoy me conozco más, me divierto mejor, he aprendido a decir que no, y a decir que si, cuando es no y  es un si, sin sentirme culpable. Pienso menos en lo que piensan los demás y más en lo q pienso yo. Doy mi opinión con mucha pasióm, pero soy menos intransigente, con 30 escucho más y juzgo menos. Me he convertido en alguien que sabe perdonar, que le gusta querer y que la quieran, que se rodea de gente que le hace sentirse bien y se aleja de gente que no le da buena espina. Tengo unos valores que a los 20 deseaba, pero no practicaba con demasiado empeño. Soy mujer, soy amiga, soy hija, soy hermana, soy tía, soy novia, soy casi siempre feliz.  Ahora valoro mucho más todo lo que tengo, que lo que no tengo. Disfruto más de los momentos y me torturo menos pensando en lo que están por llegar. Afronto  mejor  los cambios y aprendo más  de los errores. Llevo peor las resacas y se me olvida que hay que beber menos. Si está en mi mano ayudar a alguien, lo hago, y con mucho gusto. He aprendido lo que me sienta bien y lo que me sienta mal, y no caigo en la tentación de seguir la moda sin perder de vista ese criterio. Me rio con más ganas y lloro con más facilidad, no me da miedo ya mostrar lo que siento. Asumo mis defectos y que no a todos podemos agradar. Soy alguien que quiere ser feliz y hacer feliz, no trato a la gente como no me gustarían que me trataran a mí. Y aun tendré muchas más cosas que aprender y mejorar en mi vida, pero si llegados a los 30 he aprendido ya todo eso, y tengo tanta gente en mi vida, buena y que me quiere de verdad, creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme que sí, me he convertido en una mujer de provecho. 


A mí lo que de verdad me jode es lo del colágeno ese... Nos terminó de coincidir en eso de que la arruga es bella, y al que no le podemos llevar la contraria es a nuestro cuerpo, aunque la edad sea una cuestión de espíritu. ¡Bravo a mí en espíritu no me gana nadie!. Que el cuerpo se arruga y se pochofa no es cuestión de actitud, es así y es un mojón, y aunque me queda mucho tiempo para trabajar en eso de envejecer con estilo,  mientras tanto y por  si acaso no aprendo muy bien esa lección, me voy hacer una huchita para de aquí a unos añitos hacerme con unas cuantas cremas de La Mer, y mejor.

¡No sé qué traerán los 30, sé que los pienso disfrutar tanto o más, que todo lo que ya he vivido hasta ahora! Mi lista de cosas por hacer no tendrá un año concreto de caducidad, de hoy y en adelante, espero que esa lista sea además de muy larga, una lista en la  que siempre desee ir incluyendo más y  más. 

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