Pues ya está
aquí, ya llegó el día, no lo podíamos atrasar más ¡ Los 30 están aquí!. Mañana
es mi cumpleaños. Adiós veinteañera, adiós.
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Adios colágeno adiós. |
Lista de
emociones y pensamientos:
- No quiero, no
me da la real gana
- Mañana mismo
mi piel deja de producir colágeno, lo sé.
- Mi piel es
una hijaputa
- Nostalgia
- Morriña
- ¿Quién le ha
dado al botón de avance rápido estos últimos años? El que sea por favor, ¡que
lo pare ya!.
Será cosa de la
edad quizás, pero los años se me pasan cada vez más rápido, es acojonante,
entre Navidad y Navidad, ya no me da tiempo a nada, cuando me quiero dar
cuenta, ya estoy otra vez comiéndome las 12 uvas.
Cambio de
número señores, sí, ya no puedo usar nunca más el carnet joven. La única vez
que lo he usado en mi vida, fue para comprar las entradas a la Alhambra, pero
aun así me fastidia que me retiren el carnet de “la juventud”. Es algo grosero¿
no?.
Pero ¿ y a que
viene tanto revuelo con esto de llegar a los 30? ¿Quién decidió que los 30 eran
un momento clave de la vida? ¿Qué llegados a este punto del camino había que estar
ya en una situación concreta? No se quien fue, pero la hizo buena.
Si buscas en google, encontrarás millones de listas
tipo “cosas que hacer antes de los 30”
“30 cosas antes de los 30” “tu cuerpo a partir de los 30”y muchas páginas similares
más que te hacen sentir cierto desconcierto ante todo eso que parece va a cambiar
o finalizar o ya deberías haber alcanzado, y que pasada dicha fecha, están fuera de ninguna
lista. Es más angustioso aún, si además eres
mujer. Según parece las mujeres llegamos a los 30 y de repente por arte de
magia, parece que hemos pasado a otra categoría,
no tengo muy claro a cuál, pero es una distinta a la que pertenecías como
veinteañera, y a priori no es una muy alentadora.
Si tienes 30 años y no has hecho o tienes en mente
hacer ciertas cosas, levantas ciertas sospechas a tu alrededor…algo en ti no
debe estar muy bien. Apañaos vamos.
Tengo 30 años, estoy legalmente soltera, no soy madre
ni lo seré a corto plazo, de profesión incierta... en fin, visto así, casi que parece que no haya
motivos para celebrar cumplirlos, pero ¿ y si no nos dejamos apabullar por lo que la sociedad nos ha grabado a fuego
se espera de una mujer de mi edad? (Horror de los horrores usar esta frase” una
mujer de mi edad) Si vemos los 30 como lo que son en realidad, la perspectiva
cambia. Hemos llegado a una edad sí, un momento de nuestras vidas en el que se espera
tengamos cierta madurez, proyectos y la cabeza bien amueblada. Es un buen momento para hacer balance sobre los pasos
que hemos dado y comprobar si estamos en buen camino y si a fin de cuentas nos hemos convertido en “hombres
y mujeres de provecho”
Si lo pienso un
poco, y para hacer un buen balance de la situación… mi vida en los últimos 15
años bien se podría dividir en bloques de cinco años.
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vamos a viajar al pasado! |
De los 15 a los
20, fueron años de vivir deprisa, de querer vivirlo todo, de primeras veces en
lo bueno, y en lo malo, de experimentar y de aprender. De mi primer novio, que
no primer amor, pero si ese amorcillo que nos hace disfrutar de todo con una inocencia
única, imposible de repetir. Relación con la que me quedo sobre todas las cosas, con lo
mucho que me enseñó a REIR. Como para no reírse con semejante monologista al
lado, y que al crecer con él y crecer así, entre tanto “vamos a reírnos de
todo” lo dejó ya para siempre formando
parte de mi personalidad. Me reafirmé en
la Beatriz divertida, la cabecita loca, la que entre broma y broma, adquirió
cierta facilidad para esconder todo lo que podía llegar a sentir en el sentido
del humor como su mejor escudo. Conocí también en esos años a la Beatriz “conquistadora”, que
descubrió sin apenas esfuerzo y de una forma que no alcanzaba entender muy
bien, el alcance del poder femenino. La inocencia se pierde y se gana el
conocimiento de un mundo más complejo, y por supuesto también, más divertido. Fueron
años de empezar hacerme una idea de quien sería la mujer que dejaba atrás a la
jovencita. De empezar a conocerme de verdad. ¡ Los locos años 20!
De los 20 a los
25, creo que dije ¡parar el mundo que me bajo!, no sé muy bien por qué, quizás
por aburrimiento, que hasta el despiporre cansa oye, o quizás porque era lo que
pensaba que quería, o mezcla de ambas, pero me enfundé el disfraz de adulta, o
de lo que yo creía entonces era ser adulta, y fueron años de vivir la vida que
“debía” vivir y dar los pasos que se “debían” dar. Aparqué la vida pirata un
poco, (solo un poco la piratería nunca nos abandona del todo). Estudié lo que
me gustaba, y luego llegaron las primeras experiencias en el mundo laboral, y
con ello, disfrutar de sentirme independiente… con mi coche y mi dinerillo a
final de mes. Era el momento de dejar los botellones en la calle para aprender apreciar
las cervezas (mejunje que me parecía de lo más desagradable quien lo diría) seguidas
de unos vinitos. Era el momento de tener el novio perfecto, y llegó aquel del
que no QUISE evitar enamorarme. Ahí SI ¡el primer amor!. Fueron años de creer
en una vida perfecta, y de hacer y organizar todos los planes que “no iba a
deshacer por nada del mundo”. Años de convertirme si o si en la mujer que quería
ser, y tener la vida que se esperaba de mí que tenía que tener. Y como todo en
la vida llega, también lo hizo el dolor indescriptible, que llega a ser hasta
físico, de un corazón roto. Y tienes que
aprender a recomponer los pedazos, y
descubres no sin asombro, que cierto es, ¡nadie se muere por nadie!. Que duele,
pero que la vida siempre sigue y que vivirla siendo realmente feliz depende muy
mucho de una misma, que anclarse a cosas que no funcionan, y a personas y a
relaciones que te restan y no te suman por miedo a lo desconocido, es siempre
un error. Que no tenemos espejos retrovisores, así que menos mirar hacia atrás,
y siempre hacerlo hacia delante.
Y… oh la la! de
los 25 a los 30 años, estos años han sido bien entretenidos… años de cambiar
todo lo conocido por lo desconocido. Donde conocí otro tipo de amor, del que no
PUDE, ni quise, evitar enamorarme. Y
cuando yo pensaba que no podría volver a querer igual a nadie, descubrí
que no sólo se puede volver a querer, sino que además, lo haces más y sobre
todo, mejor.
Años de cambios,
de retos, de miedos, de pruebas, de darme la oportunidad de conocerme mejor más
allá de lo que todos, e incluso yo misma, dábamos por sentado. De ponerlo todo
patas arriba y desordenarlo sin saber bien que esperar, pero sintiéndolo todo
con una intensidad desconocida. Años donde conocer a la mujer en la que me he
convertido está siendo una gran aventura llena de retos.
Llegados a este
punto compruebo que, aun con sus cosillas y defectillos, he aceptado a la mujer
soy, y además de aceptarla os diré, que la quiero mucho. No ha sido fácil llegar
a valorarla como lo hago hoy, pero sin ninguna duda me quiero mucho más hoy de lo que me quería antes. Y tengo mucho más
claro por qué hay que empezar por quererse a uno mismo y a partir de ahí mucho
a los demás.
Somos todas las
cosas que hemos vivido, y por eso no cambiaría nada de lo que hasta ahora ha
pasado. A pesar de los malos momentos, de los palos, de las decepciones, de las
preocupaciones, miedos, a pesar de que a veces todo se ha hecho muuuy cuesta
arriba. Soy quien soy por todas esas experiencias. Por supuesto tampoco
cambiaria a las personas que durante todo este tiempo han formado parte de mi
vida. Todas, las que estuvieron y ya no están, y las que siguieron y seguirán.
Todo forma parte de mí, y de lo que hoy soy.
Y os preguntareis
¿ y que eres hoy? Yo misma me hago también esa pregunta muchas veces. Pues veréis,
aunque no soy madre, desde bien adolescente yo estaba absolutamente convencida que
a los 28 años seria madre, no sé porque, pero yo estaba tan segura de ello, como
de que el rubio me sienta mejor que el moreno, sí que soy tía y he conocido una
capacidad infinita de amar, de proteger y de querer cuidar a otra personita,
que me ha descubierto una ternura, una paciencia y una gran capacidad de
entrega que me eran desconocidas, y aunque tampoco tengo, un trabajo soñado, he
querido ser desde veterinaria, abogada, psicóloga, azafata, patinadora, trabajar
en un circo, (aclarase aquí que muchas elecciones laborales de esa lista
coincidieron con que el ratoncito Pérez me dejaba monedas de chocolate bajo mi
almohada), si que soy una persona trabajadora, a la que le gusta sentirse
realizada ejerciendo aquel trabajo que tenga que desempeñar, soy responsable y
comprometida, y soy perfectamente capaz de hacer muchas cosas diferentes y
además,procurar hacerlas bien.
Siendo esas dos
cosas las que llegado a mis 30 años me molestan un poco más se hayan salido “del
guion”, y no se hayan materializado en lo que había soñado, también me ha dado
la oportunidad de conocer y aprender mucho más como soy, el que no haya
sucedido así.
Soy más
independiente en muchos sentidos y menos cobarde de lo que era a los 20. Hoy me
conozco más, me divierto mejor, he aprendido a decir que no, y a decir que si,
cuando es no y es un si, sin sentirme
culpable. Pienso menos en lo que piensan los demás y más en lo q pienso yo. Doy
mi opinión con mucha pasióm, pero soy menos intransigente, con 30 escucho más y
juzgo menos. Me he convertido en alguien que sabe perdonar, que le gusta querer
y que la quieran, que se rodea de gente que le hace sentirse bien y se aleja de
gente que no le da buena espina. Tengo unos valores que a los 20 deseaba, pero
no practicaba con demasiado empeño. Soy mujer, soy amiga, soy hija, soy
hermana, soy tía, soy novia, soy casi siempre feliz. Ahora valoro mucho más todo lo que tengo, que
lo que no tengo. Disfruto más de los momentos y me torturo menos pensando en lo
que están por llegar. Afronto mejor los cambios y aprendo más de los errores. Llevo peor las resacas y se
me olvida que hay que beber menos. Si está en mi mano ayudar a alguien, lo hago,
y con mucho gusto. He aprendido lo que me sienta bien y lo que me sienta mal, y
no caigo en la tentación de seguir la moda sin perder de vista ese criterio. Me
rio con más ganas y lloro con más facilidad, no me da miedo ya mostrar lo que
siento. Asumo mis defectos y que no a todos podemos agradar. Soy alguien que
quiere ser feliz y hacer feliz, no trato a la gente como no me gustarían que me
trataran a mí. Y aun tendré muchas más cosas que aprender y mejorar en mi vida,
pero si llegados a los 30 he aprendido ya todo eso, y tengo tanta gente en mi
vida, buena y que me quiere de verdad, creo que puedo afirmar, sin temor a
equivocarme que sí, me he convertido en una mujer de provecho.
A mí lo que de verdad me jode es lo del colágeno
ese... Nos terminó de coincidir en eso de que la arruga es bella, y al que no
le podemos llevar la contraria es a nuestro cuerpo, aunque la edad sea una cuestión
de espíritu. ¡Bravo a mí en espíritu no me gana nadie!. Que el cuerpo se arruga
y se pochofa no es cuestión de actitud, es así y es un mojón, y aunque me queda
mucho tiempo para trabajar en eso de envejecer con estilo, mientras tanto y por si acaso no aprendo muy bien esa lección, me
voy hacer una huchita para de aquí a unos añitos hacerme con unas cuantas
cremas de La Mer, y mejor.
¡No sé qué traerán los 30, sé que los pienso disfrutar
tanto o más, que todo lo que ya he vivido hasta ahora! Mi lista de cosas por
hacer no tendrá un año concreto de caducidad, de hoy y en adelante, espero que
esa lista sea además de muy larga, una lista en la que siempre desee ir incluyendo más y más.
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