martes, 5 de abril de 2016

Desayuno con diamantes...o con chai tea latte.



Hoy, mientras comía, me ha acosado una asiática, y he pasado mucho miedo. La mujer de unos 40 años, se ha colocado de pie junto a  mi silla, muy cerca,  demasiado, sin hablar y mirándome fijamente. Sentirme intimidada, luego, asustada, luego nerviosa y luego agarrar mi bolso aunque aquí no roben ha sido el proceso de estados  por los que he pasado. Yo le he preguntado qué quería, luego que si la podía ayudar en algo, luego la he mirado en plan interrogante, y luego cabreada para intentar intimidarla yo, y ella puede que sorda, solo ha seguido  allí, mirándome con cara de alelada y la boca entreabierta. Muy inquietante. Al final se ha marchado, no sé si aburrida al descubrir que había optado por  ignorarla aun con mucho esfuerzo. No sé lo que quería, ni que pretendía, y supongo que no estaba muy en sus cabales la pobre mujer,  pero a mí el rato me lo ha dado. Y es que me dan un mal rollito. Las pelis de miedo japonesas son las que más miedo me dan de siempre, y a veces aquí, es que te cruzas por la calle con los que podrían ser sus protagonistas sin problema ninguno. Coincidir a solas en una ascensor  es a veces  es para mí un flash back de algunas de esas escenas del cine.

Luego en el metro un señor mayor se ha quedado dormido y todas sus cabezadas eran  para echárseme encima a mi, provocando un  efecto dominó. Porque yo me echaba hacia el lado también porque no quería que me tocase con ese pelo apelmazado y grasiento, y con ello se movilizaba toda la fila que parecía estábamos coreografiados. Y he salido del metro en medio de  esa marabunta de personas que no miran más allá de sus pasos,y  que no conocen el concepto de ceder el paso, y andan apelotonados cual “bulla” de semana santa . Solo que a mí me recuerda más a los rebaños de walking dead. Todos esos cuerpos tan delgaditos y algunos incluso esqueléticos, que te preguntas cómo pueden mantenerse en pie sobre esas piernecitas de alfiler... 

Vale, quizás no tanto, pero apabullante según la hora y la linea es un rato...

Ahí  es cuando he decidido que hoy también necesitaba un Starbucks. Últimamente necesito refugiarme aquí frecuentemente.  Además he venido a mi preferido. Aquí hay muchos, pero este es el más bonito. Es una antigua casa colonial, de varias plantas, y en la pared del piso de arriba tiene colgadas fotos en blanco y negro de cómo era la casa en el siglo pasado, y excepto por el logo de la franquicia en la puerta, permanece prácticamente igual. Me gusta mucho esa fusión de estilos. Es mi rincón, y hace que me sienta mejor casi siempre. Como quien se refugia en la soledad de una iglesia o un lugar con bonitas vistas, o como Audrey Herpburn en la película Desayuno con diamantes, cuando afirma que  le gusta ir a Tiffanis pues  tiene la sensación de que allí nada malo puede pasar.

Mi sitio es este, y no se porque me gusta tanto, pero lo hace. Siempre hay gente con sus libros o portatiles,mucha gente sola y grupos de amigos, y me recuerda a la cafetería de Friends. La primera vez que entré en un Starbucks  fue lo que dije  " es como el central perk de friends!"  y ahí surgió el romance. Fue un flechazo. Mi historia de amor más larga.   

Hola! aquí estoy otra vez!

Me gusta observar a la gente preguntándome cosas absurdas sobre sus posibles vidas. Y aunque suena un poco a loca, lo sé, sino fueran así a veces los entresijos de mi mente, dudo que me fuera posible estar escribiendo un libro. Crear unos personajes, unas vidas y  situaciones de la nada, requiere de excesos de imagianción,  y de entender como funcionamos ante ciertas cosas las personas. Así que observo e imagino, y lo cierto es que muchas cosas que escribo nacen a raíz  de un  no tan simple vistazo a un desconocido. Sea por el motivo que sea, el caso es que siempre que vengo no sé  qué lo provoca pero me inspira, me relaja y salgo con fuerzas renovadas.

Hoy tengo sentado enfrente de mi a un padre canoso de rasgos europeos. Le he asignado la nacionalidad francesa. Es un PQMF, con unos ojos azules muy claros, el pelo canoso y una nariz recta y quizás demasiado grande para su cara, pero que le queda muy bien, la verdad.La nariz y el jersey gris finito y pegadito. Es guapo, pero ese tipo de  hombre guapo en su madurez,  al que le quedan bien los años y el contraste de las canas, pero que probablemente con 20 años era de los que no se comía un rosco. Esta aquí con una bebe preciosa y su mujer asiática. La verdad que las mezclas de razas salen casi todas muy monas. Y me llaman la atención, porque son una estampa muy entrañable, los observo, quizás sin disimulo, sin poder evitarlo. Están charlando y charlando como si fuera una primera cita y tuviesen mucho que contarse. Ninguno ha sacado el móvil, ni una sola vez, ni para  hacerle  siquiera una foto a su lindo y mofletudo bebé, que se ríe y los mira como si entendiera de que va la cosa.

No puedo evitar pensar  al verlos, qué percebiría un voyeaur espontáneo como yo, al  observarnos al no príncipe y a mi juntos tomándonos un café. Me apena pensar que no tendríamos esa charla fluida y amena, porque ya no tendríamos tantas cosas que contarnos, que los móviles estarían entre los dos, y que  nuestro espectador descubriría miradas no correspondidas a la espera de una iniciativa y una conversación que no llega o que espera demasiado tiempo. Creo que pensaría que estoy triste o aburrida, y que él está muy ocupado o aburrido. O ambas cosas en ambos casos quizás. Y me pregunto ¿es  acaso ese el reflejo de cómo nos sentimos? ¿Se correspondería esa estampa momentánea con nuestra realidad? Antes no me planteaba que nadie que me observase pudiese pensar de mí que estoy triste. Y aunque no lo estoy, mi reflejo en el cristal a veces me devuelve una imagen que no debería ser la mía.
Ya llevamos 9 meses aquí y he aprendido a estar sola sin que eso me moleste o me resulte incómodo. Me he habituado a mis silencios, a mis conversaciones internas, a lidiar yo sola con los pensamientos que me puedan preocupar sin compartirlos con nadie.  A veces incluso cuando no estoy sola me descubro necesitando tomarme un respiro de la compañía y estar conmigo misma sin nadie más. Creo que me he vuelto  más introvertida y callada. Que he encontrado un placer extraño en no tener que lidiar con las conversaciones de los demás durante todo el día. Antes se me acumulaban las cosas de las que quería hablar, ahora simplemente cuando llega el momento de poder hacerlo, es como si  el momento  ya se hubiera pasado y no me apetece. Una extraña pereza. Como si hubiese perdido práctica por la falta de uso. Y cuando conozco a gente nueva, como unas compañeras muy lindas del curso de profesora de español que estoy haciendo, hablo muuucho menos y me dedico a escuchar mucho más los que ellas tengan que contar. Quizás esas pausas y silencios de las conversaciones en inglés han llegado también hasta las charlas informales en español y no necesito ser tan participativa ni curiosa. Y me siento tan cómoda en ese rol, que es  como si siempre yo  hubiera sido así,  sin parame a pensar  que no,  que no era así, y que esa ausencia de ciertos aspectos de mi carácter se está asentando sigilosamente para  pasar a ser la nueva norma, la nueva yo. La yo adaptada.
Pero por más que estos cambios que noto en mi, no me causan ni desazón, ni pena, no puedo evitar preguntarme si esta versión de mi con la que ahora  convivo en armonía, no es quizás como esos fantásticos y  tan conseguidos bolsos de imitación,  que aun dando el pego más que de sobra…no te valen, porque sabes que existe una versión autentica, una, que aunque suponga un lujo…tú te la puedes permitir.

 ¿Aceptamos imitaciones?.

2 comentarios:

  1. Mi niña que doló de ti con los extraños que hacen cosas raras! He de decir que discrepo en tu desazón por ciertos aspectos de tu nueva rutina. Me niego a tener que definirnos y quedarnos ahí para siempre... Lo que si es importante es que encuentres la comodidad absoluta en todas las situaciones de tu vida, aunque ese equilibrio rara vez aparece. De cualquier manera me parece importante que seas más de escuchar que de hablar, es otra versión de ti que contrasta con el. Cascabel. Sin embargo no te diré que mires atentamente a esa pareja que son paco y bea desde fuera y a menudo, y que imagines a diario en ti cabeza como te gustaría que fuera para que así tu inconsciente trabaje poco a poco en sacar esa imagen a la realidad. :) miss you querida

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  2. cuidado con los extraños! jeje aunque si te sirve por estas tierras tb hay gorrillas que te intentan besar y temas dispares...
    y sobre el cambio de actitud, yo creo que tenemos etapas distintas en la vida, momentos en los que estas mas contemplativa y otros en los que estas mas participativa.
    Hay muchas cosas cambiando muy rápido a tu alrededor y es normal que estés en ese momento de observación, ya vendrán otros tiempos de participación intensa!

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