miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sin tacones en Hong Kong

El pasado fin de semana pusimos rumbo a Hong Kong! ¡Nunca imaginé conocería  destinos tan lejanos y exóticos!. 
Como es a vosotros o reconoceré, que  mientras me duchaba y arreglaba antes de hacer la maleta, estaba nerviosa, sí, ese tipo de nervios que acompaña siempre a la ilusión, y no pude evitar pensar en cuantas cosas han cambiado desde nuestro primer viaje juntos a Roma... Han pasado en realidad pocos años desde entonces, pero en esos años hemos pasado por tantas cosas, que a veces tengo la sensación de que llevo mucho más tiempo con el noprincipie del que en realidad llevamos. 
La vida antes del nopríncipe me parece una vida muy, muy lejana.Lo cierto es que ha sido una relación tan intensa, llena de muchos altibajos,de aprender  tantas cosas,  de asumir tantos cambios… que no parece a veces posible que 4 años den para tanto. Pero si, así es nuestra historia, está llena de millones de momentos buenos y malos, que creo nos ha hecho madurar bastante, mirarnos algo menos el ombligo y sobre todo valorarnos mucho más.

Que el fin del mundo nos pille bailando
En la época del viaje a Roma, creo que era la segunda vez que el noprincipe me había roto el corazón, y poco después de volver, le siguió una tercera y no una última vez; por eso, aunque yo viajé a Roma en aquellos días con toda la ilusión de una quinceañera enamorada, y esos días de “vacaciones regalo por mi cumple” fueron muy bonitos, no puedo evitar recordarlo de forma un tanto agridulce, y no como el recuerdo maravilloso de nuestro primer viaje juntos que debiera haber sido... Todo se enturbió por las decepciones previas y posteriores, y Roma dejó de ser mi ciudad de cuento de hadas donde yo había imaginado la primera vez que la visité, que volvería  a visitarla acompañada, enamorada y siendo la mujer más feliz del mundo, para ser la ciudad donde aprendí que los sapos no se vuelven príncipes y que las historias de final feliz, tienen a veces también muchas lágrimas por el camino. 
Hace no mucho tiempo, pero si mucho, mucho después...

¿Será que ese destino soñado donde viviria un amor de "pelicula" no era Roma... y era Singapur?

Después de ese  primer viaje le siguieron otros, después de esas decepciones le siguieron  otras, y también de una forma que parece difícil de creer, después de tantas cosas también hicimos que surgieran nuevas ilusiones, conseguimos unirnos más en lugar de separarnos. Todos esos viajes y vaivenes del trayecto, nos han llevado hasta aquí. A viajar a un destino increíble, de nuevo juntos, pero de forma muy distinta. No creo que ninguno de los dos pudiéramos creer en aquellos días, que hoy estaríamos donde estamos hoy. 
En esta ocasión, no viajo a Hong Kong acompañada de inseguridad, no viajo acompañada de dudas sobre que sucederá a nuestro regreso, ni lo hago preguntándome si mi compañero de viaje es un hombre que merezca la pena, tampoco  viajo acompañada de la excitación de saber que pasaremos enredados en besos y caricias varias noches de hotel, no, porque dormir juntos ya es lo normal y no la excepción, y los besos ya no se acumulan de la misma forma… Sí, las cosas han cambiado mucho, y reconozco que ahora me hace más ilusión conocer Hong kong, lugar que jamás me llamó la atención, ni me resultaba atractivo, que viajar a Roma, mi segunda ciudad preferida del mundo. La razón no es otra, que  es porque ahora lo hago  sintiéndome realmente parte de algo por lo que merece la pena luchar, y lo hago de la mano de alguien que sí esta demostrando ser digno merecedor de tantas  oportunidades dadas.

Hemos llegado a un nuevo destino, arrancamos motores y entramos en pista listos para el despegue, pero en el camino hasta aquí, nos hemos conocido, no sólo al otro, sino también a nosotros mismos, nos hemos aceptado, hemos sacado lo peor y lo mejor, hemos aprendido y hemos avanzado juntos, y sobretodo, nos hemos querido. Nos hemos querido mucho, a nuestra forma. Una forma a veces intransigente, a veces egoísta, a veces visceral, otras veces tierna, otras veces con calma y otras  con prisas, siempre una forma paciente que quiere ser comprensiva, una forma hecha por  los dos y para los dos. A pesar del dolor, de los errores y de las decepciones, que no podemos negar también han existido...no quiero caer en el error de dulcificar la historia y convertirla en algo que no ha sido, pues si de si de algo quiero hacer gala aqui, es de que la nuestra es una historia real, donde entre tropezones bien grandes contra el suelo, lo que ha prevalecido siempre han sido las ganas y el cariño por  hacer que funcione. Y por eso, la nuestra, aunque no idílica, es una historia que mola mucho. 
Me mola mazo.
Dicho esto, os cuento un poco más de la dosis de realidad que acompaña mí no cuento de hadas en esta parte del trayecto que se titula: Hong Kong. 
Justo nada más salir del aeropuerto, nos subimos a un taxi que me contagia de  estrés y  prisas a 140 kilómetros por hora, rumbo a nuestro hotel. Un taxi antiguo, de conductor serio, como de mal humor que habla y escucha  todo el rato  la versión de allí de “radio taxi”. A mí, sus conversaciones me suenan a estar diciendo algo realmente serio, y me recordaba a las películas  de guerra, cuando están haciendo escuchas secretas a los enemigos. Entre curva y curva, agarrandome al bolso como si de un airbag se tratara, se abrió ante nosotros un Hong Kong inmenso e iluminado, lleno de rascacielos  que se superponían unos a otros sin fin. Me fascinó. Jamás había visto en mi vida nada igual.

Lo cierto es, que estar teniendo la oportunidad de conocer mundo es algo maravilloso,  eso ni lo dudo, y por ello me siento muy afortunada,  pero que sea maravilloso viajar, no implica que todos los destinos o viajes tengan que serlo. Reconozcamos que hay viajes que no son todo confeti y arcoíris. Yo lo reconozco, viajar es maravilloso, pero Hong Kong no lo ha sido. La ciudad en si misma más allá de lo espectacular de los rascacielos, no me ha “enamorado el alma”, me ha parecido distante y sin magia, su gente carente de cualquier encanto, y su zona “no moderna”, vieja y  digna de ser barrios marginales. Además, en este viaje, la suerte no ha sido nuestra compañera como venimos estando acostumbrados, y ha sido  todo un poco  un conjunto de despropósitos. Lo que os comentaba en posts anteriores…las puñeteras expectativas haciendo de las suyas.
¿Qué pasaba? Pasaba que yo tenía muchas ganas de un viaje por fin los dos solos, y no en pandilla, de unos días sin compartir vivienda con compañeros de piso, y sí, también de poder hacer todo el ruido del mundo si nos entregábamos al placer, para que mentiros, hay ciertas cosas que en silencio no salen igual. 

Me era realmente indiferente el destino, que yo, de lo que tenía ganas era de hacer cosas con mi noproncipe fuera de la rutina de la falta de tiempo que impone nuestro  día a día en Singapur. Y…¿qué hemos dicho que pasa con las expectativas? Pues que el cosmos se entera, y hace de las suyas. No, no ha sido nuestro mejor viaje ciertamente. Hemos discutido por chorradas como si fuera un consejo de guerra, no hemos pervertido ni un poquito la habitación del hotel, no hemos llenado con esas risas de dos los huecos que dejaban los planes  cuando se torcían sobre la marcha, que se torcieron bastante. No hubo vodka con abrigos de pieles en el bar ruso donde quería ir, ni vimos el espectáculo de luces en skyline en todo su esplendor, ni  subimos a ver al gran buda en el telecabina con suelos de cristal, porque  estaba en obras por mejoras…como nuestros planes.

Las cosas que si me han gustado, que es con lo que siempre debemos quedarnos, con lo bueno, y aprender de lo no tan bueno, ha sido comer en el restaurante estrella Michelin más barato del mundo, lugar que si no hubiéramos conocido por recomendación de internet, que nos informó de su existencia, jamás habríamos entrado por iniciativa propia, me pareció toda una experiencia. La antítesis del concepto del restaurante extrella Michelin, sirviéndonos una comida realmente auténtica, y con algunas especialidades exquisitas.
 También me encantó el súper buda gigante que hay en una isla cercana, que representa la unión de la naturaleza con el hombre. Dicha unión se ve que se da a 268 escalones cuesta arriba. Aun así me gustó mucho. También que haya Starbucks en prácticamente cada esquina. Y los rascacielos no dejan indiferentes desde luego. Pero desde que hemos vuelto, antes de dormir entre rezo y rezo, le pido a quien le corresponda cuidar de mí, que porfavor la vida no  incluya en nuestros planes tener que vivir allí.
En una estación de metro de Hong Kong, que nos llevaba al paseo de la fama de allí, lleno de manos de no famosos para nosotros, vimos la siguiente frase de San Agustín adornando una pared.
El mundo es un libro, y quienes no viajan leen sólo una página”

Así pues, siguiendo con nuestro libro, y pasando juntos las páginas, el próximo finde vamos rumbo a Kuala Lumpur, dónde espero que nuestra suerte cambie y disfrutemos no sólo del destino,sino también de nosotros.
Veréis, dejarme que os explique algo  un poco mejor. Estar todos y cada uno de los días viéndonos las caras,(tan de cerca) y en mi caso además, que su cara sea la única que siento cercana y próxima, a veces se hace un poco cuesta arriba, te molestan más ciertas cosillas que antes  no lo hacían tanto, estar en una habitación compartiendo espacio, no es igual que vivir juntos en un piso,por muy pequeño que este sea. No es lo mismo os lo prometo, aquí tienes que eliminar de la ecuación las zonas neutrales y comunes,(pues tambien son comunes con otras dos personas y ya no te puedes ir tan campante al salón a maldecir en arameo). Antes si te cansabas de respirar el mismo aire, pues se podían dividir estancias de forma implícita, uno se queda con el salón ( y ganaba la tele) y el otro la habitación  (ganaba la cama), aquí todo se hace un pelín  asfixiante. Yo, por ejemplo, odio arreglarme, vestirme, peinarme, maquillarme y encremarme con él merodeando alrededor, ese es un momento que una chica necesita para sí misma, porque emperifollarse y ponerse guapa pierde encanto si te ven durante el proceso  de restauración, se pierde ese  “ taaa chaaan” y como eso, pues pequeños detalles más, que han dado un nuevo giro a como es nuestra rutina juntos. Creo que a esta etapa de la relación se la puede llamar “sobrevivir en el ring” . Por lo de estar en un cuadrilatero...

Yo, al menos tengo a lo largo del día momentos en el piso donde estoy sola, pero él nopríncipe siempre, siempre que está en casa, está conmigo. Es un hecho que a todos nos gusta disfrutar de estar en casa de vez en cuando solos, andurrear a tus anchas y hacer lo que te dé la gana sin nadie al lado que si se aburre te pida charla. 

Bueno, supongo que yo he ganado ratos en el piso a solas, donde él ha ganado relacionarse mucho más con gente y disfrutar más del aspecto social.Cada cual tiene sus ventajas.
De este tipo de experiencias, todo el mundo afirma que unen mucho a las parejas y las fortalece, y lo que yo digo  es que, o las une, o uno de los dos sucumbe al novicidio…esas son las dos opciones que a mi se me ocurren.
A veces viene muy bien eso de echarse de menos, y es además muy difícil mantener la magia de una relación entre cuatro paredes. Aunque creo que lo estamos haciendo muy bien, no cometeré el error de volver a elevar al cuadrado mis expectativas sobre nuestro próximo viaje, organizaré con mucho más  minucioso detalle los traslados de un sitio a otro, para prevenir y evitar estreses cual si fuéramos concursantes de Pekin Express que se están jugando un comodín si no llegan en tiempo record a los sitios, y no tienen lugar para la improvisación. Pero que necesito un fin de semana “mágico” de enamorados que de envidia a los viandantes que se crucen con nosotros por la calle… lo necesito. Más aún este fin de en concreto, donde necesitaré de todos los encantos de mi “noprincipe encantador”, para no entristecerme demasiado, pensado lo lejos que estoy de casa en un momento donde me gustaría estar tan cerca...


 ¡Ya llegas Mario! , ¡Ya llegas!, que ganas de verte y besarte, a ti, y a tu mamá por traerte con nosotros. Todo va a ir bien hermanita querida, será rápido, casi indoloro espero, eres como una famosa con un parto programado, Mario llegará redondito y precioso poniendo patas arriba tu mundo convirtiéndote en la mejor mamá del mundo que sé que también vas a ser. Cuento los días para veros, mientras tanto, estaré pensando en ti, en vosotros y rezando para que todo vaya genial.
Vas a ser una Super MAMÁ!



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